miércoles, 14 de enero de 2009

Quinta crónica: II Nuestro paso por Chile

¿Cómo amanecieron? Aquí estamos de nuevo para contaros nuestro breve pero intenso paso por tierras chilenas.
Desde Villa la Angostura cruzamos la frontera por el boscoso y escarpado paso Cardenal Samoré, mediador papal en el conflicto territorial que estuvo a muy poco de desencadenar una guerra entre Chile y Argentina en las navidades de 1978, y llegamos a la ciudad de Osorno, ubicada a medio camino entre los Andes y el Pacífico. Una pintada que rezaba: Osorno horno nos sirvió de termómetro mientras buscábamos un camping. Con la ayuda de un ex presidiario ebrio, única persona que se encontraba en la calle a esas horas de la sobremesa de domingo, llegamos al camping municipal en los alrededores. Estaba abierto al público, de hecho estaba abarrotado de familias y escolares preparando el asado y bañándose en la piscina, pero estaba cerrado para el campista. Al observar nuestras caras desencajadas y sudadas, el administrador hizo la vista gorda y señaló un espacio donde plantar la tienda. Por la tarde visitamos la ciudad que se iba llenando poco a poco, paseamos por su plaza adornada con un enorme árbol navideño e incluso participamos en un improvisado espectáculo de mimos en el que casi nos quedamos sin pasaportes, cámara y dinero. Ahí nos percatamos de la gran presencia policial en las ciudades, un hecho que se repetiría a lo largo de nuestro recorrido por Chile. La ganadería constituye la actividad principal de la región, muestra de ello es un monumento al toro que presidía la plaza de la ciudad.
Decidimos buscar climas más frescos y, a la mañana siguiente, pusimos rumbo hacia Valdivia, ciudad del Pacífico de gran interés histórico-cultural con una fuerte influencia alemana. Nuestra llegada coincidió con la celebración navideña de la Escuela de Danza municipal en el teatro. Vestidos con nuestras mejores galas (os lo podéis imaginar), acudimos a la representación del Cascanueces de Tchaikovski junto a las familias de todos los participantes, alcalde incluido. Desde Valdivia nos acercamos hasta el pueblo costero Niebla a 20km para conocer las playas y los fuertes construidos por los españoles en el S.XVI para proteger Valdivia y los navíos cargados de plata procedentes de Bolivia que se dirigían al Estrecho de Magallanes. Cruzamos en un gasolino a la otra orilla de la bahía para visitar Corral, un pintoresco pueblo pesquero que en 1960 padeció el mayor terremoto-maremoto registrado en la historia, rozando, según los locales, el cataclismo. Al ver las imágenes del antes y después recordamos que Chile descansa entre las placas Nazca y Sudamericana, las dos artífices de los Andes. Paseamos por sus calles, aprovechamos para comprar pescado fresco (róbalo) a un pescador y volvimos en el bus charlando con un comunicativo vendedor. De forma general, nos sorprendió la diferencia existente entre el reservado carácter chileno y el extrovertido argentino. Durante nuestro tercer día visitamos el mercado fluvial desde donde se veían lobos marinos subidos al muelle, su espectacular jardín botánico y comimos en la abarrotada cantina de la Universidad Austral de Chile.
Con pena de dejar Valdivia, pusimos rumbo hacia Pucón, pueblo ubicado en el interior a orillas del Lago Villarrica y en las faldas del volcán que más erupciones ha registrado en Chile. Acampamos cinco días en los que aprovechamos para ascender al volcán, descansar y pasar un día en el lago Caburgua de origen volcánico. En Pucón estuvimos a poco de no seguir hacia el norte y volver a Argentina por los temblores que se estaban registrando en Santiago. La gente nos tranquilizaba diciendo: -Chile ha temblado siempre-.
Finalmente decidimos hacer una breve incursión hacia el norte y nos dirigimos a Concepción pasando por Temuco, zona que está entre las más fértiles del mundo y que es aprovechada por la industria forestal. Ambas las visitamos en plena fiebre navideña: calles abarrotadas de gente haciendo compras de última hora, olor a fritanga, puestos ambulantes por la calle, villancicos entremezclados con la música ranchera, y todo bajo un calor demoledor. Los días de Nochebuena y Navidad, según una señora con la que conversamos en un urbano de Temuco, se celebran en familia y con un cordero ‘al palo’ (un cordero atado a un palo por las cuatro patas que se hace lentamente al fuego).
En Concepción, situada en la costa pacífica, aprovechamos para ir a visitar la localidad de Lota, famosa por sus minas de carbón, producción de loza e industrias maderera y pesquera (sus aguas son tan productivas que aportan el 3 % de la captura mundial total), y pasar una tarde en la playa entre veraneantes y vendedores de barquillos a la chilena.
Desde Concepción viajamos a Valparaíso donde pasaríamos la Nochebuena. Valparaíso es una ciudad mosaico, multirracial, bohemia, alegre y, al mismo tiempo, sede del Parlamento y base de la marina chilena. Rodeada de cerros, una de las mejores panorámicas se obtiene desde la antigua casa de Pablo Neruda. Una casa-museo que conserva y expone múltiples pertenencias y obsequios originales donados por su última esposa y que permite imaginarse cómo Neruda veía la bahía desde su escritorio. Siendo Nochebuena, fuimos a comer pescado típico a un restaurante abarrotado de gente celebrando las comidas de navidad de empresa, amenizado por un melancólico cantautor folclórico, y, por la tarde, hicimos las compras para la cena que se había organizado espontáneamente en el hostal. Nosotros aportamos tortilla de patata y un vino de muy baja limpidez. Fue una noche atípica pero divertida de gastronomía variopinta en la que acabamos cantando canciones al compás de un italiano que tocaba la guitarra.
La comida de Navidad fue exquisita: un perrito caliente en un autobús vacío con destino a Santiago. Como era de esperar, la capital era una ciudad fantasma. Bajo un intenso calor, nos acercamos en el moderno metro a la Casa de la Moneda, sede del Gobierno chileno, custodiada por carabineros. Al parecer, recibe ese nombre y posee esa estructura megalítica por una confusión de planos ocurrida entre Chile y Brasil por unos arquitectos franceses. Resultado: la Casa de la Moneda en Brasil parece un palacete y la sede del gobierno chileno un búnker, escenario del golpe militar que marcó la reciente historia chilena. Paseamos por sus anchas y tranquilas alamedas y, por la noche, embarcamos en el bus que nos llevaría de vuelta a Argentina. Lo dicho, un paso breve pero intenso.
¡Que les vaya bien y hasta la próxima!
Un abrazo,
David y María

3 comentarios:

ibon dijo...

Muy buenas pareja.
Os acordáis como una vez fuimos a pasear por Lazkaomendi, viendo al fondo la silueta de Aralar y el Txindoki. Pues la misma noche que saqué esas fotos que vistéis, tambíen planté el trípode en una de aquellas campas. Cuando cuelgue esas fotos os aviso.

Yo creo que con 15 segundos de exposición podrías hacer algo bonito. Prueba, si la foto es demasiado clara, cierra el obturador y si es muy oscura, ábrelo. Con la cámara que tienes, es cuestión de probar y DISFRUTAR del momento y del paisaje.

Nosotros también nos hemos apuntado al mundo pijo de esquí. Pero con espíritu deportista. Hoy hemos estado haciendo esquí de fondo de Formigal/Portalet (era la primera vez).

Por lo demás, por aquí, todo bien. Me han llamado para trabajar, ya ahora estaré en el instituto de Tolosa hasta Semana Santa.

Y ahora cruzáis a Argentina ¿ Cual será vuestro próximo destino? Y la diario? hay que mandar otro?

Un abrazo muy grande y hasta la próxima.

PD: Afeitase señor David... que luego te quejas que en la ciudad hace calor, jejejeja

Ibon eta Olatz

Pablo Ryan dijo...

Hola Chiguitos!!
A ver si comeis mas chuletón argentino o un pescado en Lota! que tenéis que recuperar unos cuantos kilos!! Vaya odisea más chula por Chile.
Por aquí, desde hace años no había nevado tanto por Madrid, Laura y yo fuimos al hospital esquiando. Por lo demás, sin grandes cambios, mucho curro, reformas en Dulcinea y planeando las vacaciones de verano en Oceania.
Bueno pareja, cuidaos mucho.
Un abrazo desde Madrid.
Pablo Y Laura

David y María dijo...

Hola!!!

Ibon te aconsejo las barbas...simplemente para probar. Me las quité una vez y ahora he vuelto a las andadas, es mucho más cómodo. Tus alumnos fliparían.jejeje

Pabs...

¿Sabeis algo del viaje a Oceania?
Please let us know.
Un abrazo muy fuerte a todos,
David