Nos encontramos con Isa en la estación de autobuses a la vuelta de nuestro viaje por el norte. Tras los abrazos y la puesta al día sobre nuestras vidas, tomamos un carro por las congestionadas calles de Lima. En Lima, el medio de locomoción más utilizado son los combis o carros (minivan) que cubren prácticamente todos los distritos de la ciudad y suelen transitar como kamikazes a la caza del pasajero en una lucha feroz con la competencia. En ellas van un conductor y un boletero. Este último se encarga de pregonar los destinos a los viandantes, muchas veces acosándolos, cobra el pasaje y organiza los "paraderos" para botar a los viajeros casi en marcha. Eso sí, al final se les coge cariño, o eso dice Isa.
Apretujados, llegamos al distrito de Bellavista en la provincia de El Callao, hogar de Isa. Una vez instalados y adecentados salimos a pasear por el centro de este histórico lugar. Visitamos su mercado, su puerto, el más importante del Perú y sede de la marina. Paseamos por la playa de piedras y por la exclusiva zona de la Punta. Desde aquí se divisaba la Isla del Frontón, en la que antiguamente había un presidio.
Volvimos a casa para comer y conocimos al resto de la comunidad: María José, Izaskun, María, Josu y Juan Luís, quienes enseguida nos hicieron sentir como en casa. La comunidad ADSIS tiene una labor social y educativa en el barrio que sufre de una pobreza enquistada. En la planta superior, la casa cuenta con una biblioteca y varias salas donde organizan actividades extraescolares para los niños del barrio. Por la tarde, Isa nos llevó a conocer el Parque Jesús María en el centro de Lima y el "Ojo que llora", un monumento en memoria de todas las victimas de la denominada época del terror que vivió el Perú con Sendero Luminoso y en la que se calcula que murieron más de 70.000 personas a manos de los senderistas y del ejército. Después del paseo, le llevamos a Isa a uno de los sitios que nos había enseñado Pepe: el Bembos, una cadena de hamburgueserías peruana que se lo pone muy difícil a las de siempre ya que son igual de rápidos pero ofrecen una calidad superior. De Miraflores fuimos a la zona de marcha de Barranco para terminar de celebrar nuestro encuentro con unos pisco sour (bebida nacional a base de pisco, jugo de limon, jarabe de goma, amargo de angostura y clara de huevo) y unas cervezas.


Al día siguiente, Isa nos llevó a Pachacutec, un asentamiento humano al norte de Lima. Pachacutec es una barriada de casas construidas a base de adobe y esteras de madera sobre varías dunas gigantes que crece sin parar recibiendo familias de Lima y de la Sierra que buscan alternativas más económicas. (* Nota: la foto que mostramos no es nuestra. Ese día optamos por no pasear la cámara.) Visitamos la Universidad de reciente construcción desde donde se divisaba un convento de clausura de monjas danesas con vistas espectaculares sobre el Pacífico. Regresemos para celebrar el día de la amistad (14 de febrero) en casa de Isa junto con otros jóvenes voluntarios de El Callao con quienes cenamos muy a gusto y echamos unas divertidas partidas al Pictionary.
El domingo fuimos de excursión a las concurridas playas del Sur pasando por Pachacamac. Este complejo arqueológico fue en sus orígenes un centro ceremonial, posteriormente fue conquistado por los wari y luego por los incas, los
cuales añadieron sus propios palacios y templos. Un tanto sofocados por el calor, decidimos ir a refrescarnos a la cercana playa del Silencio. Una playa abarrotada de puestos, chiringuitos, hamacas, sombrillas y toallas, que tenía todo menos silencio. El mar estaba bravo y un tanto sucio. Salimos del agua llenos de arena y de plumas de gallina, aún nos preguntamos de dónde saldrían las plumas. Heladito y a casa en combi conducido por un chofer adormilado que en una ocasión por poco nos lleva al otro barrio por 4 soles. Para rematar el día y a modo de despedida (temporal porque volveríamos a vernos una semana después), cenamos unos riquísimos anticuchos (pinchos morunos de corazón de vaca) y en un chifa (comida china) con Inka Cola, ¡más "peruvian" imposible! ¡Un fin de semana irrepetible!
El lunes nos preparamos para nuestro siguiente destino: la Sierra.



Un abrazo,
David y María
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