lunes, 18 de mayo de 2009

Cronica 16: Nueva Zelanda

No, tranquilos, no nos hemos caído en el mundo al revés, seguimos vivos. Y vosotros? Cómo estáis? Esperamos que muy bien. Esta será una crónica mas larga pues abarca más de un mes en el que hemos disfrutado mucho.
Como os podréis imaginar, pasar de Sudamérica a Nueva Zelanda supuso un contraste abismal; en el avión íbamos en chancletas y camiseta sin mangas y un escalofrío nos recorrió el cuerpo cuando el comandante anunció que Auckland registraba 10 graditos nomás. Tardamos tres días en acostumbrarnos a la temperatura y en capear el jet lag. Otra gran diferencia es la densidad de población, pasábamos de los 10 millones de Río a los 4 millones de toda Nueva Zelanda. Ya sabíamos que nos esperaba un país muy occidentalizado con inevitable influencia británica, pero al pasar por el control de inmigración, el que ponía los sellos, de mirada afable y de origen maorí, nos dio la bienvenida (Kia ora) con una cálida sonrisa. Minutos después tuvimos que entregar nuestra tienda de campaña al servicio de bioseguridad para comprobar que no introducíamos ninguna plaga recogida en Sudamérica. Nueva Zelanda protege con celo su flora y fauna autóctona, pues además de ser única en el mundo, se encuentra gravemente amenazada por otras especies introducidas por las sucesivas colonizaciones, primero los polinesios (1300 d.C) y después los británicos (1700 d.C). Una de estas especies en peligro es la famosa ave kiwi (foto de cartel), símbolo nacional y utilizado familiarmente como gentilicio del país. Antes de venir creíamos que se trataba únicamente de un fruto.Otra cambio respecto a Sudamérica es el de la seguridad. Tanto nos relajamos que poco antes de abandonar el aeropuerto, nos vino presuroso el agente de aduanas con el billete a Sydney que le habíamos presentado como prueba de que no nos íbamos a quedar para siempre.Nuestros planes en Nueva Zelanda eran alquilar una furgoneta y tirar millas. Desde el propio aeropuerto consultamos precios y posibilidades. Estábamos en abril, ultimo mes de la temporada alta y los precios eran bastante elevados. Además de duchas gratis, en el aeropuerto aprovechamos el Internet para buscar anuncios de coches y caravanas. Fue ahí donde vimos un coche de 1987 a la venta por 350 euros, la mitad que el alquiler más barato. Una pareja inglesa necesitaba venderlo. Dos horas más tarde firmábamos el contrato de compraventa y se unía a nuestro viaje Ernie: japonés y protestón.(Ernie con volcan Ruapehu de fondo).
Nueva Zelanda se puede recorrer de muchas maneras: en bus o tren puede ser una, y muy económica aunque a veces limitante; a dedo (nosotros levantamos a dos pasajeros); o en coche o autocaravana. Esta última es, sin duda, la que más libertad ofrece y la más practicada por sus visitantes. Ernie venía con todo lo necesario para acampar, así que, tras hacer acopio de comida en un súper chino, ya estábamos listos para tirar hacia el sur.
Salimos de Auckland con dirección a la isla sur coincidiendo con la operación retorno de las vacaciones de Semana Santa. Queríamos llegar cuanto antes pues el frío se avecinaba. Nuestra primera parada fue el Parque Nacional de Tongariro que alberga dos volcanes activos. Nueva Zelanda descansa sobre dos placas tectónicas. En la isla norte, la placa continental pacifica se oculta bajo la indoaustraliana provocando la formación de volcanes. En la isla sur, la indoaustraliana se hunde bajo la continental dando lugar a formaciones alpinas. La primera noche nos quedamos en un camping básico cercano al parque y, al día siguiente, salimos a caminar por el "Tongariro Alpine Crossing" (foto abajo derecha), un sendero que cruza el parque entre rocas volcánicas y cenizas, lenguas de lava extintas y lagunas de color turquesa, flora curiosa y cráteres gigantes humeantes. Uno enseguida entiende por qué Peter Jackson (director de "El Señor de los Anillos") escogió este emplazamiento para rodar las escenas de Mordor. El parque, como otros muchos terrenos en toda Nueva Zelanda, fue donado por una tribu maorí al gobierno bajo la condición de preservarlo por su significado sagrado. Quinientos años antes de que llegaran los primeros balleneros europeos en el S.XVIII arribaron los maorís (tribu de polinesia) procedentes de Tahití. La llegada de los británicos tuvo muchas consecuencias en la vida maorí: se vieron expuestos a nuevas epidemias y sus instintos guerreros fueron alentados por el uso de las armas de fuego, lo que condujo a guerras entre las dos partes que culminaron con el tratado de Waitangi, que hoy supone la carta fundacional de Nueva Zelanda, pero que incluso hoy en día causa problemas de interpretación.
Tras la caminata, proseguimos nuestro avance hacia el sur. Cuando se nos echó la noche, empezamos nuestra búsqueda de un sitio para acampar. Ahí fue cuando Ernie empezó a mostrar su carácter, pues tras un giro algo brusco para dar la vuelta, estábamos como pulpo en un garaje, se puso a pitar frenéticamente. No paraba ni apagando el motor. Estábamos en un pequeño pueblo, eran las nueve de la noche y la poca gente que rondaba las calles nos miraba asombrados, otros nos contestaban saludándonos y algunos vecinos encendían las luces para ver qué pasaba. A grandes problemas, soluciones desesperadas, María introdujo una cuchara de madera por un hueco del volante y se hizo el silencio. Tras despertar a todo el vecindario y callar a Ernie, nos metimos en el primer camping que vimos y rezamos porque Ernie no se pusiera a pitar a media noche. Al día siguiente llegamos a Wellington (en foto nocturna), capital de Nueva Zelanda, desde donde tomamos el ferry que une las dos islas a través del Estrecho de Cook. Es un bello trayecto que atraviesa el Malborough Sound, un fiordo cuyos valles fueron anegados por el océano. Desembarcamos en Picton, pequeño pueblo que vive del ferry y acampamos en un DOC: son campings muy básicos, con baños y agua, no atendidos, cuyo mantenimiento corre a cargo del Departamento de Conservacion y se fundamenta en la honestidad de los usuarios. En la entrada cuentan con un honesty box (caja de la honestidad) donde se introduce el importe a pagar, que no suele exceder los 3 euros por persona.
Por la mañana, al abrir la entrada de la tienda, nos encontramos con cuatro takahes, especie de gallina salvaje de color azul y pico rojo. En Nueva Zelanda existen pájaros extraños. Debido a que evolucionaron sin la amenaza de depredadores, como ratas o castores introducidos mas tarde por el ser humano, perdieron la motivación de volar. De ahí, bajamos por la costa Este hasta Blenheim, región vitivinícola que se encontraba en plena vendimia y donde visitamos varias bodegas, cata incluida. La región de Malborough es conocida por sus vinos blancos como el Chardonnay y Sauvignon Blanc. Tras hacer alguna parada entre tanto paisaje otoñal, pusimos rumbo a Kaikoura. De camino, mientras íbamos disfrutando de las vistas, vimos por el retrovisor un coche de la policía con las luces y sirena que venía directo a por nosotros. Pensamos que sería algo del maletero, pues no cerraba y estaba atado con una cuerda, o para hacernos soplar, pero cuando se nos acercó, nos explico: -"Entiendo que todo esto sea muy bonito, que llevéis un coche de los 80, pero os pido que evitéis formar colas, pues los neozelandeses se impacientan"-. No iba a ser la única vez que nos parara la policía. La principal atracción de Kaikoura es su fauna marina; sobre todo la posibilidad de ver cachalotes (Moby Dick). El primer día no había plazas, así que paseamos por la península de Kaikoura con la esperanza de ver alguna aleta de gratis. Reservamos para el día siguiente, pero la densa niebla hizo que se cancelaran todos las excursiones;seguíamos con nuestra racha.Consolados, seguimos viaje por el litoral con destino a Christchurch. En el camino lo que más nos impresionó fueron las playas, cada vez que parábamos en ellas, sentíamos ser los primeros en pisarlas.Antes de visitar Christchurch, llegamos hasta Akaroa en la península de Banks, un pueblo con clara herencia francesa, pues un ballenero galo trató sin éxito de fundar una colonia francesa. Con todo, los 57 colonos se quedaron ahí.En Akaroa es posible ver delfines Héctor, los más pequeños de su especie. Lo mismo, reservamos pero el mar volvió a mostrarnos su cara más caprichosa al suspenderse la salida. No conseguimos ver delfines pero descubrimos el pueblo de Okains Bay encajado en una espectacular y escarpada bahía. Acampamos junto con 40 adolescentes neozelandeses que se pasaron la noche haciendo pruebas por el bosque de pinos y a pocos metros de una playa salvaje.Al día siguiente fuimos a Christchurch, la ciudad más grande de la isla sur. Paseamos por esta silenciosa ciudad con marcado estilo inglés; a las ocho de la tarde éramos de los únicos que merodeábamos por sus calles. Tras una noche heladora, nuestra tienda amaneció cubierta de hielo, visitamos el centro antártico, que explica detalladamente y de forma interactiva todo lo relativo a la Antártida; está ubicado junto la terminal de donde salen la mayoría de las expediciones, como la del Capitán Scott. Dejamos la costa para adentrarnos al interior con intención de visitar los Alpes meridionales que sesgan la isla. Nuestra primera parada fue el lago Tekapo (foto abajo), espectacular paraje, más aun con los colores otoñales. Queríamos ir a ver el monte Cook, el más elevado del país. De camino acampamos en el lago Alexandrina, con un frío polar pero acunados por un turbión de estrellas entre las que destacaba la Cruz del Sur. Heló y Ernie lo notó. Lo arrancamos a la primera pero sólo duró unos metros hasta que empezó a oler al característico olor de “motor a la parrilla”. Lo ventilamos y acudimos a la gasolinera más cercana. Ahí nos ayudó un empleado de la gasolinera que había sido mecánico en su otra vida en la India. Nos dijo que habíamos sido muy afortunados de no quemar el motor, le echó bien de aceite que estaba bajo mínimos, anticongelante a ojo de buen cubero y un bote de líquido de transmisión. Se quedó perplejo cuando le contamos nuestra idea de ir al Monte Cook con Ernie.
Tras la puesta a punto, reanudamos la marcha por una carretera que bordea el lago Pukaki hacia el P. N. del Monte Cook, donde vimos y oímos glaciares, nos dimos una buena caminata por el valle desde donde se avista la difícil cumbre y pasamos sin duda la noche más fría del viaje. De ahí, escapamos escarmentados del frío y regresamos a la costa llegando a la ciudad de Dunedin, Edimburgo en gaélico, ubicada en la península de Otago. Encontramos un camping cercano al centro y durante el primer día apreciamos su marcada influencia escocesa, su conservada estación de ferrocarril y conocimos su ambiente nocturno para celebrar los 30 añitos recién cumplidos de David. El segundo día recorrimos la bella península de Otago que escondía pequeños pueblos pesqueros, un mercadillo de productos orgánicos, vistas espectaculares del mar desde abruptos acantilados y playas salvajes. Ese día nuestra racha cambió y avistamos un pingüino azul (el más pequeño de todos), leones marinos, un albatros y pingüinos de ojos amarillos. (ver foto abajo derecha)
Desde Otago seguimos la ruta con dirección a las Catlins, una de las zonas más remotas de la isla. Conducíamos de noche por una carretera de costa con curvas, todo iba bien, cuando de repente, Ernie tuvo el apagón. Todas las luces del coche se apagaron y pasamos a circular a oscuras. Nos pusimos a buscar desesperados un lugar donde parar pero no podíamos frenar pues teníamos coches detrás y las luces del freno tampoco funcionaban. Por suerte vimos una entradita y ahí nos metimos. Ernie dio unos botes y frenamos sin peligro. Había una casa cerca. Pensamos en ir a pedir permiso para acampar y, a partir de entonces, circular sólo de día. Les explicamos el motivo, y el hombre, acto seguido, fue a buscar su linterna y se puso a mirar los fusibles. El fallo estaba en un cable del motor. Un poquito de cortar por aquí y cinta aislante por ahí y Ernie volvía a tener visión nocturna. Ernie nos volvía a ayudar a hacer amigos. Los neozelandeses que hemos conocido han sido muy amables en el trato, tranquilos, naturales y muy resolutivos. Agradecidos nos despedimos de la pareja. Cuando retornamos a la carretera, vimos a un hombre con una linterna que nos hacia señas de que parasemos. Era el mismo que nos había ayudado. Nos venía a avisar de que llevábamos el maletero abierto. Nos volvimos a despedir mientras seguramente se preguntaba cómo demonios habíamos conseguido llegar hasta allí. En nuestro paso por las Catlins visitamos el remoto faro de Nugget donde vimos focas, cormoranes y mucho kelp (algas gigantes que se fijan a las rocas), anduvimos por bosques petrificados bajo una intensa lluvia y por la bella y larga playa de Purpoise Bay, hogar de una colonia de delfines Héctor que no conseguimos ver por el mal tiempo. Seguimos la costa hasta Invercargill, un tanto insulsa y donde pasamos unas horas para hacer acopio. Teníamos la tienda empapada y, por suerte, esa noche encontramos un camping vacío con una sala con chimenea que aprovechamos para secar la tienda. Al día siguiente Ernie no arrancaba. Esta vez era la batería. Afortunadamente, la dueña tenía pinzas y un coche gracias a los cuales conseguimos reanimarlo. Nuestra siguiente parada seria Te Anau un pueblo que vive del extenso Parque Nacional de los Fiordos en el extremo sur. A modo de regalo de cumpleaños, María había propuesto hacer una caminata de 55 km por el denominado Milford Track. Estuvimos cuatro días caminando por el sendero que se adentra en el valle Clinton, sube hasta el paso de Mackinnon (foto abajo) y finaliza en el fiordo de Milford junto a otros trampers (dominación neozelandesa de senderista). Nueva Zelanda ofrece innumerables posibilidades para explorar su naturaleza a pie. Generalmente son rutas bien acondicionadas y en algunos casos, cuando se hacen excursiones de más de un día, hay que dejar constancia de la ruta que uno toma y la fecha de vuelta. Para el Milford Track, al ser fuera de temporada y existir riesgos de avalanchas e inundaciones, nos obligaron a alquilar un localizador GPS que debíamos activar en caso de emergencia. Una pareja americana pareció no entender las instrucciones, pues lo activaron nada más emprender ruta y al de una hora, oímos cómo el helicóptero aterrizaba junto al refugio. Un malentendido que les costaría al menos ochenta euros. Además de ver la exhuberante e intacta naturaleza que rodea el sendero, pozas de agua cristalina en las que resultaba irresistible no zambullirse a pesar de sus gélidas temperaturas, los días en el sendero permiten conocer a gente diversa en los refugios. Nosotros conocimos a Lowell y Geoff, una pareja de sudafricanos a punto de jubilarse residentes en Australia con los que compartimos las veladas y cenas en las que nos contaron muchas cosas de Australia y Sudáfrica. Lo peor del camino y quizá de Nueva Zelanda son las sandflies: una especie de mosquita diminuta que te aborda al atardecer, sobre todo en las veras de los ríos que utilizábamos todos los días para quitarnos el sudor. Tras cuatro días de caminata entendimos por que el Milford Track está considerado como uno de los trekking más bellos del mundo. Finaliza en Milford Sound. Ahí nos quedamos a pernoctar con la idea de hacer una excursión por el fiordo. Esa noche conocimos a Peyton, un jovial tejano de Austin viajando por el mundo y a otra pareja, él tejano también, ella suiza. Los tres se encargaron de emborracharnos con vino de mesa y de sacarnos los dólares al póquer.
Al día siguiente, a pesar de la incesante lluvia, nos montamos en una excursión por el fiordo Milford. Los fiordos son valles excavados por la fuerza y presión de los glaciares durante las eras glaciares que son después anegados por el mar cuando el hielo se funde y el nivel del mar sube.Abandonamos la región de los fiordos y seguimos la ruta por el oeste de la isla, mucho más verde y boscosa que la oriental. Los vientos traen las nubes del Mar de Tasmania, descargan en las montanas y sobrevuelanel este, siendo este más árido. Pasamos por Queenstown, la capital mundial de los deportes de aventura, punto de encuentro de mochileros y rodeado de pistas de esquí. Nosotros decidimos pasar, ya habíamos perdido bastante al póquer, pero uno podía, además de probar los tradicionales saltos desde un avión o rafting, dar un "paseo" en una avioneta de acrobacias.De Queenstown cruzamos los Alpes pasando por el espectacular lago Wanaka y ascendimos por la costa oeste. Esos días visitamos el aun presente glaciar Franz Josef que tiene una extensión de 12 kms y que antiguamente llegaba hasta el mar. También paramos en el cercano P.N. Westland donde es posible ver kiwis. Probamos suerte y nos adentramos por un sendero al caer la noche, ya que se trata de un ave con hábitos nocturnos. Sólo vimos trampas para los 5 millones de stouts (un castorcillo) y que amenazan a los kiwis y que suelen verse atropellados en las carreteras (nos dijeron que si veíamos uno, aceleráramos), pero el paseo mereció la pena pues oímos el animado trino del kokako. Ernie se portaba bien, así que decidimos tirar millas con los dedos cruzados hacia el P.N de Abel Tasman en el extremo noroccidental de la Isla Sur.
Ahí pasamos un día caminando hasta bien entrada la noche, exploramos las playas doradas bañadas por aguas de color azul turquesa. Azul turquesa si, pero heladas. Al día siguiente decidimos alquilar unos kayaks para ir a explorar el parque desde el mar. Lo mejor de nuestra salida remera fue encontrarnos en una de las islas que se visita a unas crías de focas que no paraban de curiosear y jugar alrededor de nuestros kayaks. Abel Tasman seria nuestra ultima parada antes de abandonar la isla del sur y regresar a Wellington.
Wellington es una ciudad elegante, dinámica y con mucha vida cultural. Paseamos por sus tranquilas calles, vimos los edificios gubernamentales que acogen y visitamos el moderno e interactivo museo Te Papa que aborda gran parte de la vida natural, histórica y social de Nueva Zelanda. Lo que mas no impresionó de nuestro paso por el museo fue ver expuesto en una piscina de formol un calamar gigante capturado al quedarse atrapado en una línea de un pesquero neozelandés. El invertebrado pesaba 500 kilos y medía unos 5 metros. Desde Wellington viajamos a la ciudad de Rotorua, situada en el centro de la isla norte, en medio de la franja de actividad volcánica y que cuenta con una elevada densidad de población de tradiciones maorí.
Asistimos a un espectáculo maorí en el que nos enseñaron sus instrumentos musicales, sus adornos, las armas que empleaban antes y durante la colonización, el significado de sus tatuajes y sus bailes de bienvenida y de combate. Este último recibe el nombre de haka (aliento de fuego) y es famoso porque lo utiliza el equipo de rugby de Nueva Zelanda para intimidar a sus adversarios antes de empezar los partidos y es curioso ver cómo sacan la lengua y gesticulan con los ojos. El que actuaba de Jefe de tribu (ver foto abajo) nos explicó también como la cultura maorí está plenamente integrada enla vida occidental de Nueva Zelanda. Cuentan con un partido propio que defiende sus intereses en Wellington, escuelas que imparten en maorí, celebración de tradiciones y centros de reuniones. Al ser una zona de gran actividad volcánica, cerca de Rotorua también es posible visitar centros geotérmicos. Nosotros visitamos el centro de Waitapu en el que se podía ver un geiser en acción. No era del todo natural pues lo forzaban introduciendo una pastilla de jabón por su orificio. El centro incluía un paseo en el que se visitaban simas, pozas de barro hirviendo y cráteres que despedían fétidas fumarolas. (foto abajo)
Toda esta actividad geotérmica es aprovechada por las múltiples centrales que se ven en la zona y que generan el 5% de la producción eléctrica del país, que presume de ser sostenible y es puntero en políticas medioambientales. De Rotorua fuimos a Auckland donde teníamos pensado vender a Ernie. Auckland, conocida por la Ciudad de las Velas, es la ciudad más grande de Nueva Zelanda. Cuenta con una población de más de 1 millón de habitantes esparcidos en barrios bien interconectados de casas unifamiliares que rodean el centro. Es quizá también la más multicultural, predominando la población de origen chino. El ordenador desde donde escribimos el blog esta en chino, hay muchos supermercados y restaurantes asiáticos, sobre todo en el centro. Vender a Ernie fue mucho más fácil de lo esperado. Le dimos un repaso con la aspiradora, le hicimos pasar la ITV que aprobó por los pelos porque no teníamos bocina y lo pusimos a la venta en Internet.
El sábado por la mañana lo llevamos a un mercado de coches usados de la ciudad. Nada más llegar y pagar la entrada, un hombre bajito y con bigote no preguntaba cuanto queríamos por el coche y nos preguntaba cuánto y si podía probarlo. Salimos a dar una vuelta, mientras él iba preguntándonos cosas sobre el coche, le aseguramos que marchaba como la seda y que no habíamos tenido ningún problema mayor en los 5000 km que habíamos recorrido. Él no se lo creyó pero nos lanzó una oferta. Finalmente llegamos a un precio (300 euros) y Mohammad, de Irán, pasó a ser el nuevo dueño de Ernie, bueno al menos eso creemos porque él no firmó nada y el cambio de propietario fue rápido. Un tanto preocupados por lo que pudiera pasar con Ernie y lo que nos pudiera caer encima, fuimos a hablar con el encargado del carmarket. Nos tranquilizo diciendo que conocía a Mohammad desde hacía tiempo y que no nos preocupáramos y, al decirle de donde éramos se le iluminó la cara, él nos dijo que el era de Irak, y que añoraba el bullicio, que Nueva Zelanda le parecía muy tranquilo. En Auckland hemos estado descansando y preparando nuestro próximo destino.

Un abrazo muy grande a todos, (ver foto mas abajo, jeje)


David y María

10 comentarios:

Silvia Maiz dijo...

bueno bueno,pues después de 7 meses de viaje y muchos kilométros, sudores, trekings, mosquitos y demás nos dices por primera vez que te has duchado.¡Vaya cacho puerco! Menos mal que Mary es mucho más pulcra que tú.

Vaya "berlina" mas chula os habéis pillado.Desde luego mira que eres sibarita. Seguro que tenía asientos de cuero, techo corredizo, luces xenon y navegador gps incorporado. Desde luego, siempre aparentando estatus con la gama alta.

Vaya miedo que da el lendacari maorí ese. Ya veo que llevaste los colores de los All blacks para dorarle la píldora y que no se le cruzaran los cables y te atravesara con la lanza.¿porqué no le fuiste a ver con la camiseta de rugby de Irlanda? Así sí que hubieras soltado adrenalina.

No te creo que pasaras por la capital del mundo de los deportes de aventuras y sólo jugaras al póquer. ¡Mientes bellaco!Ya me contarás todo un día que no nos oiga mamá.¿vale?

¡Las fotos me han encantado! Cada vez son más chulas.

Bueno un abrazo a los dos y no esperes otros 7 meses para ducharte ¿ok? que si no Mary te va a abondonar por guarro.

Lo dicho, un abrazo muy fuerte a los dos.

laura dijo...

Pues resulta que llevo tiempo sin saber de vosotros y hoy leo en el periódico: "La policía de Nueva Zelanda ha lanzado una búsqueda internacional de una pareja que huyó con 10 millones de dólares después de que accidentalmente les fueran depositados en su cuenta bancaria." y ya pensaba que os habíais convertido en los nuevos Bonnie & Clyde!!!

Pero, vamos, visto el carromato con el que os movéis...aunque su buen servicio os ha dado.

Me encantan vustras crónicas, son para imprimirlas y utilizarlas de guía de viajes.

Por aquí, todo sin novedades. Con mucho curro, estuve en Leipzig unos días y ay, qué recuerdos!!! y en Agosto seguramente me vuelvo a África.

Besines y seguid informando,
Laura

Paips dijo...

Q grandes sois!!!

Llevaba un tiempo sin leer las crónicas, pero ya me he puesto al día... Me han entrado unas ganas de ir a Nueva Zelanda... Solo naturaleza y mas naturaleza... Bueno y una pareja de locos en un viejo coche q dan miedo!!! ja ja ja

Ya me estoy imaginando a David dando tumbos con el coche a una velocidad bestial... O conduciendo en dirección contraria, mientras piensa que el que esta conduciendo erroneamente es el que le viene de frente... ja ja ja... Q recuerdos!!! Y si lo sumamos a los problemas de luces, maleteros, policia... Pa grabar una pelicula con vosotros!!!!

Tengo unas ganas terribles de unirme a la aventura!!! Bueno, mi pata chula y yo!!! ja ja ja.

Espero con ganas la siguiente crónica esta vez en Australia...

Pura vida

Anónimo dijo...

Hola,
Ya tenía ganas de leer vuestras aventuras por Nueva Zelanda...lo del coche lo mejor, porque realmente da el pego...menudos negociantes que sois seguro que el nuevo dueño se acuerdo de vosotros cada día jeje!!! Que sepais que me encanta leeros aqui que espero ansiosa vuestra nueva cronica. Un beso (soy leire)

David y María dijo...

Ese Edu!
Como estais? All well?
Eran todo apariencias, pareciamos un poco salvajes, pero somos muy pulcros y las aguas heladas son el mejor remedio para quitarte la suciedad, duro pero efectivo!
Y sobre las aventuras, estuvimos sopesando la de hacer acrobacias en una avion, que debe ser flipante, pero cuesta un rinon y medio, asi que decidimos pasar rapidamente. Lo que se nos ha quedado en el tintero es la visita a un bosque del norte donde hay arboles kauri, que son longevos, muy resistentes y enormes...! Para otra vez..jejeje.
Espero que esteis los tres bien.
Un abrazo para todos!
David

Laura,

Que buena! Como estas? Desafortunadamente no tenemos esa suerte, sino mas bien la contraria. Ayer casi nos cobran 100 euros por tratar de introducir, de forma totalmente involuntaria, una mandarina fiyiana en el pais...ya contaremos detalles en la proxima cronica.
Ya sabia yo que tu tenias el mal de Africa, te atrapa! Disfruta mucho hasta entonces, hablamos.
Un beso muy fuerte de los 2.
David y Maria

Paips!

Algun dia escapate aqui porque la naturaleza es muy chula y ademas la gente es muy amable, igual a aparezco en tu maleta...jejeje. Ahora estamos en Auckland, la ciudad de las velas, igual necesitan un tripulante para la copa america, ya sabes coger la cuerda, girar a la derecha..jajaja.
Ya sabras que hemos cambiado nuestro medio de locomocion, y ahora trataremos de utilizar la bici, pero lo que no cambia son nuestros despistes...ayer fue de locura, me acorde de lo tuyo con el DNI...creo que ya me dijiste cuando te podias escapar...ya te dire donde estaremos...!
Un abrazo
Pura Vida

Leire!

que buena lo de anonimo, cuando lo vemos ya nos imaginamos que eres tu! Nosotros si que nos acordamos de la pareja de ingleses que nos vendieron a Ernie diciendo que en 4000km no les habia dado ni un problema. Al irani le intentamos explicar que el coche tenia algun problemilla, de verdad, pero el insistia en que queria pagar y llevarselo...Ahora que estamos por Auckland rezamos por no encontrarnoslo ni oir la insistente bocina de Ernie por las calles jaja
Un beso para los dos
Maria

Jorge (Oviedo) dijo...

Hola pareja ¡¡¡

Es un placer leer vuestros comentarios, aunque tengo que repasar mis apuntes de Geología para ver ese lio de placas tectónicas que os habéis encontrado en NZ.

Seguro que Jorge Jr se indigna de las pocas referencias al rugby !!

Habrá que seguiros

David dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
David y María dijo...

Jorge!
Menuda grata sorpresa leerte en nuestro foro. En NZ es necesario llevarse muchos apuntes, pues existe mucha fauna y flora unica en el mundo, y la que no es unica es rara, asi que es un pais lleno de lios y sorpresas. Razon tienes con el rugby. De hecho, pensamos en ir a ver un partido, pero al final no encontramos momento. Es un pais volcado en el rugby!
Un abrazo a toda la familia,
David y Maria

Unknown dijo...

Hola guapetones !!!!

Muy muy chulo este post. Nos han encantado las aventuras con Ernie... Cada vez hay mas nivel en este blog. Si señor
Por aquí sin grandes novedades...
Cuidaos mucho.
Ibon eta Olatz

Anónimo dijo...

Hola David

Soy Fernando, si haces memoria recordaras una noche Botswanesa buscando hipopotamos en el delta del Okavango... No se si haces memoria.
Buscando informacion de Nueva Zelanda di con esto ... Joder, este tio me suena ... pues si que es el !.
Oye, nada , darte la enhorabuena por el viaje, Que pasada !! Nosotros simples mortales seguiremos conformandonos con el viajecito de verano.
Nada, si os da por hacer otro de estos me avisas y vamos viendo el blog "en vivo" (fernando.rausell@gmail.com)
Ah, y felicidades, por el bodorrio.
au.