sábado, 22 de agosto de 2009

Crónica 21: Verano en Siam

Savadee desde Bangkok! En esta crónica os contaremos el viaje realizado con Imanol, Xose, Ainhoa, Leire y Mikel por la zona de Krabi en el suroeste, la isla de Phuket y en Bangkok.
Recuperados de la paliza del viaje en bus desde Malasia hasta Krabi, pedaleamos hasta Ao Nang, a 25km, donde encontraríamos un local para dejar las bicis durante nuestra estancia en Krabi, compramos el billete de bus al aeropuerto y allí fuimos a esperar la llegada del vuelo de Bangkok.Tras el reencuentro y los abrazos, montamos en un bus lanzadera que, según lo acordado, pararía en un embarcadero desde donde accederíamos a Railay, lugar donde habíamos reservado el hotel. El bus se saltó la parada o, al menos, no nos avisaron y acabamos de vuelta en Ao Nang. Ahí estábamos atrapados pues eran las ocho de la noche y no nos quedó más remedio que aceptar el desorbitado precio fijado por el jefe del embarcadero que celebraba con sonrisas el gol que nos acababa de meter. Nos montamos los siete en una barca de madera típica "de popa larga" y cuando nos aproximábamos Railay empezamos a ver luces y oír música, como si de una isla de piratas se tratara. A la mañana siguiente vimos que Railay este se ubica en una bahía con una playa de fango gris custodiada por dos enormes moles de roca. Toda la región de Krabi está salpicada por grandes formaciones rocosas (de origen kárstico) que otorgan al paisaje un aire dramático y que constituye un lugar muy atractivo para los escaladores.
A pesar de amanecer con un tiempo desapacible y lluvioso, estábamos en época de monzones, el primer día lo pasamos en una playa contigua con vistas espectaculares y un mar embravecido. Los dos días siguientes mejoró el tiempo y fuimos en sendas excursiones a conocer: un archipiélago cercano de cuatro islas y las Phi Phi, escenario donde se rodó la película "La Playa" e imán turístico. Para la primera, contratamos una barca que nos llevó a conocer la Chicken Island (con forma de pollo). Además de sus vistas, lo interesante es ir en marea baja y ver cómo se conecta con otros dos islotes más pequeños, creando una playa entre dos aguas. En vista de que la marea estaba muy alta, le pedimos al barquero o más bien bucanero, como le apodó Xosé, que nos llevara a la isla de enfrente. Nos dejó en la isla Poda que tenía una bonita playa y otro "peaso" de roca con la que nos sacamos fotos y donde Imanol nos deleitó con un triple salto mortal, pero que muy mortal. We love you Pet. En la isla vimos también un cartel que señalaba las vías de evacuación en caso de tsunami, que nos recordó el desastre del 2004 que tanto afectó a la zona. Un completo día que rematamos cenando barracuda en uno de los numerosos restaurantes de Railay atendidos por un Lady Boy (travesti), muy aceptados en Tailandia.
En la segunda excursión nos subimos a una fueraborda pilotada por otro bucanero que no llegaba a los dieciocho y que nos llevó botando a las islas Phi Phi. Lo mejor de ese día fue bañarnos en una laguna marina natural azul turquesa rodeada de escarpados paredones verticales, el buceo junto a una calita en la que había una pared con coral y la tarde al sol en la playa. Otro día intenso en el que por la noche asistimos una demostración de Muay Thai (Kickboxing tailandes). No duraron mucho pero fue curioso ver cómo el vencido, a pesar de la somanta de palos que estaba recibiendo, mantuvo la sonrisa todo el combate. No es de extrañar que a Tailandia la denominen "el pais de las sonrisas".
Al día siguiente partimos hacia Phuket (el Benidorm de Tailandia) en una furgo maqueada y preparada para karaoke, un entretenimiento muy de moda para viajes largos. En Phuket estuvimos 25 minutos dando vueltas por las calles de sentido único mientras anochecia y las luces de neón de todos los colores iban iluminándose. Nos instalamos en el hotel y salimos al mogollón. Eran las diez de la noche y el 95% de los comercios permanecían abiertos. Una de las principales calles peatonales estaba flanqueada por bares y discotecas donde gogos bailaban por inercia ante la luju-curiosa mirada de los viandantes. Gentes de todo origen se paseaban por la calle mientras vendedores ambulantes acechaban para ofrecer sus mercancías: el tabaco, la viagra y los masajes eran los productos estrella. Entramos en una galería llena de showdancers que bailaban sobre la barra. Los chicos tomaron la avanzadilla y todas las camareras se lanzaron a su caza, eso sí, se apartaron sonrientes, cómo no, cuando vieron a las respectivas parejas detrás. Nos sentamos a tomar unos Mai Thai mientras iban pasando grupos de jóvenes, grupos no tan jóvenes, algún hijo mayorcito con padres y parejas de jubilado occidental-jovencita tailandesa. Ahí cabía todo. Dieron las doce y la música tecno fue remplazada por un Happy Birthday dedicado a la reina. En Tailandia la realeza es muy valorada. Aprecian mucho a su reina especialmente por su compromiso con la comunidad. Después, en Bangkok coincidiríamos con ella en dos ocasiones, eso sí, menudo despliegue se monta. De la calle roja de Phuket pasamos a un local en el que tocaba una banda en directo que nos animó con música a la carta y terminamos la nuit en en Rock City. El día después descansamos en la playa mientras Tailandia celebraba el aniversario de la reina. Nos dio la sensación de que lo viven. Ese día nosotros dos partimos hacia Bangkok en el bus nocturno; un viaje de trece horas con parada a media noche para cenar sopas de arroz con otros cincuenta autobuses en un Lerma tailandes.
Llegamos al amanecer, desayunamos y, a punto de salir de la estación,empezamos a oír silbatos y luego a escuchar el himno nacional por los altavoces. Toda la gente se había parado como si se hubiera congelado la imagen. Treinta segundos de himno y cada uno siguió su camino. Sabíamos que pasaba pues estos lo habían presenciado en una estación de tren y se quedaron igual de alucinados. Desde la estación del sur intentamos pedalear sorteando el denso trafico de Bangkok, hicimos cinco kilómetros por aceras hasta que el caos, el calor y el humo pudieron con nosotros. Contratamos un túk túk -una moto con una especie de carroza detrás pensada para llevar a dos o tres personas (aunque estos cupieron todos en uno)- muy común en Tailandia y que en Bangkok tienen fama de ser unos piratas del asfalto. Nos juntamos todos en el hotel ubicado en una perpendicular (soi) de la avenida Sukhumvit, una de las arterias de Bangkok, sobre la que transita el moderno tren ligero BTS. Bangkok es una ciudad que padece una congestión crónica, por ello es importante elegir bien dónde alojarse. Además del BTS y metro, posee un desarrollado transporte fluvial a lo largo del Chao Phraya para unir zonas no alcanzadas con el metro. Esa tarde lo utilizamos para ir a hacer una visita por los "klong" (canales del río) y conectar con Chinatown, un laberinto de calles interconectadas con innumerables comercios y puestos ambulantes distribuidos por gremios. De vuelta al hotel en túk túk , nuestro conductor nos quiso llevar a un sitio que conocía para hacernos unos trajes. De poco sirvió su insistencia. En revancha, nos enseñó todas sus dotes de pirata urbano al cubrir tramos prolongados en dirección contraria.
Al día siguiente fuimos al famoso mercado flotante de Damnoen Saduak, en las afueras, donde los comerciantes venden productos de toda índole principalmente enfocados al turista desde canoas que manejan con gran habilidad. En los regateos observamos una característica de la personalidad de los tailandeses que es guardar la compostura en cualquier situación, algo que choca directamente con el carácter europeo. Por mucho que uno se enfade, el tailandés va a guardar la compostura bajo el principio de mantener su dignidad. Además de eso, los tailandeses no parecen conocer la sonrisa forzada, son corteses y extramadamente amables. Un verdadero placer viajar y conocer este país que supo no someterse al colonialismo. Esa noche cenamos en el Baiyoke, el edificio más alto de Bangkok, a 84 pisos del suelo con vistas del skyline nocturno. El último día, Mikel, Leire, Ainhoa y Xosé fueron al mercado de Chatuchak a hacer las últimas compras antes de volar de vuelta. Imanol se quedó un día más en el que descansamos de diez intensisimos días. Esa noche sólo salimos para cenar por el barrio en el que nos cruzamos con dos elefantes, mujeres con burkha buscando gangas en los puestos de ropa, gente que nos ofrecían espectáculos de pelotas de ping pong, ejecutivos con el maletín...de todo un poco! Con pena nos despedimos de Imanol en el aeropuerto y desde entonces hemos estado preparando la siguiente etapa que nos llevará por Camboya, Laos y Vietnam. Esta vez nos despedimos con una cancion sobre el "Verano en Siam" (antiguo nombre de Tailandia)

http://www.youtube.com/watch?v=c6SreNgKpac

Un abrazo muy fuerte
David y María

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué tal pareja!
Siempre me han hecho mucha ilusión leer vuestras crónicas pero aparecer como parte de ellas se hace raro.
Ha sido magnífico veros después de tanto tiempo y comprobar que seguis con la misma vitalidad, los mismos despistes, las mismas ganas,..., vamos igualitos que cuando salistéis de Bilbao.
Espero que estas minivacaciones dentro de vuestro viaje os hayan servido para coger la energía necesaria para continuar el camino, ahora ya enfilando hacia Bilbao!
Una abrazo muy fuerta a los dos.
Imanol.

Silvia Maiz dijo...

Buenas pareja,

¡Sigues apreciando la buena música! Es increíble que McGowan siga vivo. Pensaba yo que en la crónica de Australia íbas a poner la de Waltzing Matilda verión Pogues.

Tenías que haber grabado el salto de Imanol y ponerlo también. Esas proezas hay que compartirlas...

Al ladyboy le tenías que haber dado la tarjeta del Iman de Malasia para que fueran a intercambiar puntos de vista o, al menos, que se hicieran amigos en el facebook.

Qué buena está la barracuda ¿eh? Espero que siempre te las encuentres en un plato y no en una inmersión.

Bueno pareja un abrazo a los dos y seguimos en contacto.

Edu, Silvia y Olivia

TXITXI dijo...

Jolín, q envidia de planazo...
Todo muy chulo. Espero que Keltzo me comprara algo en Chatuchak (cuando quieras quedamos para que me lo des...)
Seguid así de wapos.
Besos, Txitxi

Ainhoa dijo...

Yo quiero volver a irme...

El resumen fotografico me está costando un pelin mas de lo que esperaba (900 fotos x 4 camaras)...
Pero ahi andamos.

La vuelta al curro es un coñazo, pero bueno, cuanto antes vuelva, antes puedo empezar la cuenta atras para las proximas vacas, jejeje.

Seguid pasandolo mu bien.

Besos.

Ainhoa.

Anónimo dijo...

Kaixo pareja,
Os escribimos desde Salt Lake City. Acabamos de llegar de Yellowstone. Como este ano no os podíamos mandar la postal, os escribimos un comentario. Después de pasar un mes, viendo parques naturales espectaculares, paisajes impresionantes, carreteras infinitas, animales de documentales, gente muy educada y agradable....
Nos vamos para casa. Vemos que vosotros también habéis tenido unos días especiales. Os lo merecíais.
Que sigais disfrutando al máximo, y hasta la próxima. Cuidaos mucho.
Un muxu para los dos.
Ibon eta Olatz