domingo, 18 de octubre de 2009

Crónica 23: Laos


Hola a todos! Volvemos. No hemos olvidado las crónicas ni el blog, sino que no hemos podido publicar desde China, pues blogspot está censurado, así que las siguientes dos crónicas os llegan desde Nepal. Debe de haber un "parche informático" para hacer la trampa, pero a nosotros no nos funcionó. En fin, preámbulos a un lado, pasamos a narraros nuestro paso en bici por Laos.

Con una población aproximada de 7 millones, Laos es un país situado en el centro del denominado Sudeste Asiático. Sin acceso al mar, limita con China por el norte, Birmania y Tailandia por el oeste, Camboya por el sur y Vietnam por el este. Al igual que Camboya y Vietnam, fueron parte de la colonia francesa de Indochina durante casi un siglo, hasta su independencia en 1953. Las dos siguientes décadas estuvieron marcadas por la guerra de Vietnam. Laos fue escenario de intensos bombardeos de los norteamericanos que perseguían vietnamitas presentes en el norte y por la guerra civil entre partidarios de los comunistas y el ejército real. En 1975 los comunistas se hicieron con las riendas del país y se mantienen en el poder hasta la fecha.
Entramos a Laos desde Tailandia cruzando el rio Mekong (foto a la izquierda desde el Puente), que hace de frontera natural, por el recién construido Friendship Bridge, que es símbolo de la apertura al exterior y que ha servido para intensificar los lazos con su vecina Tailandia. El acceso para ciclistas por este puente está prohibido pero por suerte nadie parece controlarlo. El contraste entre ambos países es patente nada más llegar al otro lado del puente: las carreteras empeoran y se percibe un menor desarrollo. Tras cumplir con los trámites aduaneros y aprender a decir nuestras primeras palabras en "Lao", pedaleamos 20km hasta la capital, Vientiane. Ciudad emplazada junto al Mekong, de gran influencia francesa (hay un arco del triunfo en una de sus avenidas) mezclada con las funcionales y sobrias construcciones comunistas. Hace diez años, nos contaba un inglés que conocimos más adelante, en Vientiane no había coches. Nosotros vimos bastante tráfico de furgonetas, microbuses y algún coche lujoso. A principios de los 90, el gobierno abrió las puertas a la inversión extranjera y al turismo; ambas están teniendo un impacto notable en el país. Visitamos el templo dorado de Pha That Luang (foto inferior derecha) que simboliza la religión nacional: el budismo, y la soberanía nacional. También nos acercamos al Museo Nacional de la Revolución que, a pesar de su clara parcialidad, resultó interesante. Para terminar dimos un paseo por las orillas del Mekong donde la gente descansaba o jugaba a volleyball. Tras dos días en Vientiane pusimos rumbo hacia el norte por la R13 que recorre el país hasta China y que sería nuestra compañera inseparable. Tras 160 km planos llegamos a Vang Vieng donde descansamos 2 días antes de afrontar las montañas. Vang Vieng es un pueblo junto al río Nam Song, el cual ha ido formando cuevas y pozas (foto inf. izquierda) a su paso por las montañas de piedra caliza. Este es su mayor atractivo y el que ha hecho que se convierta en una parada obligatoria del floreciente circuito mochilero en Laos. En Vang Vieng descansamos y nadamos en las pozas antes de afrontar el escarpado terreno del norte. Era la primera vez que nos enfrentábamos a montañas y no sabíamos que tal íbamos a ir. Desde Vang Vieng ascendimos en dos etapas hasta Phou Khoun. Al principio la carretera sigue el río y esquiva el monte, pero luego asciende inexorablemente hasta los 1400 metros. De camino paramos en Muang Kasi, un pueblo donde coincidimos con un inglés afincado en Laos que nos habló sobre las costumbres del país. Entre estas, nos contó que en Laos les gusta mucho celebrar. Así, en las bodas es costumbre que todos los invitados acepten un trago de lao lao (licor de arroz) ofrecido por la madre de la novia para poder acceder al enlace. Después del enlace, los novios se encargan de ir mesa por mesa ofreciendo más tragos hasta que los invitados. Los funerales son casi igual de festivos, pues guardan el duelo durante unas horas y luego, cuerpo yacente en la casa, se reunen para celebrar la vida del fallecido. Al oír esto nos dimos cuenta de algo que nos había confundido días antes en el camino. Pasando por un pueblo vimos un grupo grande de personas reunidas que, al vernos, nos saludaron con sonrisas. Devolvimos el saludo y las sonrisas y al poco, vimos el cuerpo, quedándonos fríos y confundidos. Nos alejamos un tanto aturdidos pues nos imaginamos dos ciclistas saludando efusivamente a una corte fúnebre...
A medida que ascendíamos los campos de arroz (alimento base del país) iban sustituyendose por cultivos de caña de azúcar, maíz y selva espesa. En Laos la carretera suele atravesar los pueblos, pudiendo desde ella apreciar escenas del día a día: los animales domésticos pululando por el pueblo, mujeres con niños a la espalda haciendo la colada, niños jugando, mazorcas de maíz y pimientos secándose al sol sobre esteras de mimbre, hombres volviendo del campo provistos de machetes, ancianas tejiendo y niños yendo a la escuela que avisan de nuestra llegada al grito de falang! (extranjero). Las casas se apostan junto a la carretera y suelen estar hechas de bambú las mas modestas, madera las más caras y tradicionales, y ladrillo las más modernas, y tienen estructura de palafito. Los pueblos se integran con la naturaleza en armonía con el medio. Viven al día, muchos subsisten con lo que hay. Los colores y trajes, sobre todo de las mujeres, van cambiando a medida que avanzamos al norte. Es un país con mas de 20 etnias, algunas de ellas con propias lenguas, tradiciones y creencias.


En algunas cuestas tratamos de agarrarnos cuan parásitos a los camiones, pero unos iban muy rápido, otros echaban mucho humo y a otros no les gustaba la idea. En Laos nos topamos con el mayor numero de ciclistas hasta la fecha. La mayoría venía de China. Lo peor ya no resultaba las interminables subidas, sino el asfixiante calor que azotaba durante las horas punta del día. Paramos en Phou Khoun, cruce de caminos, donde decidimos no ir a Vietnam y tomar el camino hacia China. Allí presenciamos una caza nocturna de pajaros atraídos por potentes focos y atrapados con grandes redes. Tras cuatro días, llegamos a Luang Prabang, antigua capital de Laos. Luang Prabang parece no haber necesitado esforzarse para ser declarada Patrimonio de la Unesco. Su ubicación junto al Mekong, sus adoquinadas calles, su preservado casco histórico con casas de influencia colonial y los numerosos templos budistas hacen que sea una ciudad de gran belleza. Ha sabido integrar el turismo en su vida sin perder el encanto.Visitamos el interesante y renovado Palacio Real, subimos a los templos y asistimos a una presentación de baile con mascaras con un espectacular despliegue de colores y voces (foto izquierda). Aprovechamos para zampar bocatas, algo posible en Laos por influencia francesa, y para nosotros, en estos momentos, un manjar exótico. Tras dos días en Luang Prabang y despertados por el gong mañanero de los templos budistas continuamos la ruta: nos esperaban 300 km hasta la frontera y dos puertos.

De camino a Udomxai paramos en un par de pueblos para hacer noche. En el segundo nos alojamos con una familia que nos habilitó una habitación. Al preguntarle por un sitio donde lavarnos, nos señaló un caminito que conducía al río. Ahí fuimos y nos unimos a la "lavada" de la tarde. Los niños chapoteaban en un remanso, las madres se lavaban con las hijas y otros limpiaban los cacharros y ropa. Como no, nos miraban como si fuéramos extraterrestres. Limpitos, cenamos en el "restaurante" del pueblo. De vuelta a la casa, recenamos tres veces y probamos el lao lao con diferentes familias que nos invitaron al vernos pasar. La cena constituye la comida principal del día, toda la familia se reune alrededor de una mesa donde comen sopas de carne y pescado del río muy especiadas, algunas muy picantes, acompañado de un "arroz pegajoso" por su alto contenido en gluten, que se puede recocer y es muy común en Laos. En Udomxai, ciudad cercana a la frontera con China, descansamos y preparamos la siguiente etapa. En la parte norte se ven aun más las diferencias de los distintos grupos étnicos. La última etapa trocamos plátanos por caña de azúcar que mientras la masticábamos nos ayudaba a dar pedales. Laos es un país de espíritu tranquilo y pedaleamos hacia China con pena de decir adios a su gente, sus pueblos, sus carreteras vacías y a las sonrisas de sus niños recibiéndonos a la entrada de cada pueblo.


(Punto cercano a la frontera con China)

Sabaidee, un abrazo y en breve publicamos la crónica de China

David y Maria



3 comentarios:

Olatz-Ibon dijo...

Hola holaaaaa...
Que alegría poder volver a leer vuestras aventuras.
Cuando vengas y participes en un triatlón vas a ganar y sin esforzarte, no?
Aquí dentro de 20 días la Behobia... a falta de los últimos entrenamientos decidiré que hacer.
Por lo demás, dentro de 9 días encuentro Soriano en Alegia, con el blog a tope, trabajando un poquito y disfrutando todo lo que se puede.
Por cierto... gané en un concurso de fotografía de Tolosa. Eligieron una foto mía para el calendario del 2009.

PD: En clase tengo a dos alumnos chinos... os hace falta alguna traducción?

Un abrazo enorme y hasta la próxima.
Besos

Anónimo dijo...

Hola,chicos:
Vya viaje chulo que os estais pagando!!
Muy interesantes vuestros comentarios del viaje
Besos
Adelina y Miguel

David y María dijo...

Estimados incondicionales!
Somos veloces en nuestras respuestas. No siempre es facil, pero deberiamos mejorar la comunicacion. En fin, esperamos que os vaya todo muy bien.
Muxus!


Hola Ade y Miguel,

Gracias por los animos y por seguirnos. En breve publicaremos las siguiente cronicas, una de ellas es del viaje Manu y Mari Carmen y mis padres...!

Un abrazo de los 2 y a seguir bien
Maria y David