domingo, 1 de noviembre de 2009

Crónica 24: Sir, this is China!


Negro: bus
Rojo: bici
Morado: Avión



Va a ser difícil realizar un relato completo de nuestro paso por China porque ha sido muy intenso. Otros ciclistas nos habían hablado de registros exhaustivos en la entrada al país, así que 5 kilómetros antes de llegar al pueblo fronterizo de Boten, aparcamos las bicis y, por si las moscas, nos pusimos a sacar fotos a los mapas que llevábamos por miedo a que nos los confiscaran.
En un principio queríamos ir hacia Tibet para pasar a Nepal por tierra, pero sólo es posible visitar Tibet contratando un tour con una agencia china: una opción muy cara y nada apetecible. Hasta los juegos olímpicos, otros ciclistas han pedaleado por Tibet sorteando los controles policiales. La opción de ir de forma ilegal la consideramos inviable porque coincidiríamos con la celebración del 60 aniversario del gobierno comunista y Tibet y sus alrededores se convertían automáticamente en zonas " sensibles".

Por todo ello, optamos por cubrir en bici una ruta que empieza en la provincia de Yunnan y luego discurre paralela a Tibet por Sichuan atravesando lugares de gran diversidad étnica. Escondimos los mapas en el culote y ahí fuimos. Siempre ocurre lo que uno no espera, pues tras rellenar el formulario, nos sellaron los pasaportes dándonos la bienvenida e indicándonos el camino a Mengla.
Un obstáculo obvio con el que se topa cualquier viajero en China es el del idioma: en general su inglés es igual que nuestro chino. Una alemana ornitóloga que conocimos en Singapur nos regaló un pequeño libro de frases que nos ha resultado útil a veces y que muchos devoraban, pero otras los gestos han sido más eficaces. Así que en el 80% de los sitios donde comimos acabábamos entrando hasta la cocina y señalando el menú obteniendo mejor o peor resultado. Al final, aunque frustrante, pues apetece charlar con la gente, resulta divertido. Muchas veces hemos cacareado para pedir unas tortillas.
Tras 40km por una autovía llegamos a Mengla, una urbe de estilo típico Han (mayoría étnica en China) que se repetiría en las ciudades grandes: edificios con una arquitectura funcional basada en el hormigón y anchas avenidas flanqueadas por comercios de todo tipo. Desde Mengla tomamos un bus hasta Jinghong y de ahí enlazamos con un bus de literas hasta Xiaguan Dali (Nueva Dali) desde donde iniciaríamos nuestro recorrido en bici.

A pesar de los famosos carraspeos de gargantas y escupitajos con los que uno debe convivir en China y el humo de los numerosos fumadores, dormimos las 14 horas del viaje. Sólo nos interrumpió un exhaustivo control policial de medianoche. En una parada técnica tuvimos nuestra primera experiencia con los baños; consejo: mejor en el campo.
Montamos las bicis y pedaleamos hasta la Antigua Dali, que antaño fue la ciudad más importante de la cultura Bai y que ahora ha sido invadida por el turismo chino en masa.
Nos quedamos asombrados cuando al entrar por sus abarrotadas calles, una mujer vestida con trajes típicos nos ofreció un gran abanico de drogas. En Dali (a 2200m de altitud) nos quedamos un día en el que nos equipamos para el frío con ropa "North Fake" (le preguntamos por la columna de agua de la chamarra y su respuesta fue coger una botella de agua y verterla sobre la manga!!), revisamos las bicis, y salimos rumbo hacia el norte por el lago Erhai. Esa noche nos alojamos en una posada de una familia que nos sirvió de introducción a la vida cotidiana. A pesar de haber pedaleado poco para aclimatarnos, padecimos ligeramente de mal de altura.

Al día siguiente empezamos a comprobar lo mal que conducen los chinos. Si queréis conducir como ellos, seguid estos pasos:
1. Trata de poner en peligro al máximo al resto de conductores y usuarios de la carretera.
2. Adelanta siempre; es igual que venga curva o alguien de frente. Recuerda, no adelantar es de cobardes.
3. Procura hablar siempre por el móvil y fumar mientras adelantas.
4. Pase lo que pase, no pares de tocar la bocina. Circula por el carril contrario a tu gusto. En doble carril caben cuatro.
Por suerte las carreteras por las que fuimos estaban poco transitadas exceptuando la que va a Lijiang.


Lijiang padece del mismo turismo en masa que Dali, pero aún guarda el encanto de lo antiguo. Es un laberinto de calles empedradas y casas de madera que sirven de alojamientos y comercios en los que se venden telas, cuadros, joyas, comidas típicas, piedras, herramientas decorativas y deliciosos yogures de yak (vaca peluda típica de la alta montaña).
Paseando por sus calles aún es posible ver mujeres Naxi (cultura matriarcal de origen tibetano predominante en la región) vestidas con ropa tradicional y haciendo sus labores diarias. Los naxi desarrollaron un sistema de escritura basado en pictogramas que aún pueden verse en algunas paredes de la ciudad.



Dos días en Lijiang y pusimos rumbo hacia Shangrila. El primer día la carretera nos llevó por una zona fértil de producción de melocotones que, a pesar de su excelente pinta, estaban como piedras.
De ahí la carretera desciende hasta el río Yang Zi. Antes del descenso paramos en un monasterio para comer los melocotones y apreciar las vistas. Fue asomarnos por la puerta y ya estábamos con incienso entre las palmas siendo bendecidos por un monje que acto seguido nos solicitaba una donación. Alimentados y bendecidos descendimos el puerto hasta el río. El río Yang Zi , que es el tercer río más largo del mundo, serpentea alimentando China hasta llegar a la monumental presa de las tres gargantas.
Llegamos a Quiaotou (1895m) y de ahí subimos en un día muy largo hasta la meseta (3200m) desde donde hay unas vistas espectaculares de la montaña Haba Shan (5396m).
Nos encontramos con un ciclista tibetano que venía desde Lasha. Le dijimos que habiamos tenido una subida de 40 km, a lo que respondió que el las había tenido de 60 km!

El último tramo hasta Shangrila fue un sube y baja en el que pasamos por los primeros pueblos tibetanos que iríamos viendo hasta Litang, caracterizados por casonas de adobe o piedra, ventanas decoradas con motivos budistas y colores alegres.
Llegamos al atardecer a Shangrila, paramos en un seminario para charlar con dos monjes tibetanos y unirnos a su partida de basket. Shangrila es una ciudad de mayoría tibetana que también vive del florecimiento del turismo. Buscando alojamiento nos topamos con un desfile de soldados por sus calles. Entrabamos en zona "sensible".

En Shangrila visitamos un monasterio tibetano en el que viven 600 monjes, donde nos sentimos muy acogidos. Charlando con varios monjes pudimos conocer de forma somera su día a día.



El propietario de un restaurante, al contarle nuestro itinerario, nos comentó que eran fechas complicadas y que no estaban dejando pasar a extranjeros por la ruta que queríamos seguir aun no siendo Tibet. Nos señaló en que ciudades estaban los puntos de control y nos ayudó a redactar una carta en chino explicando nuestras intenciones.
Aclimatados a los 3300m de Shangrila, salimos por la carretera que va a Tibet dejando atrás la meseta.

Ese día nos encontramos con Clare y Bob, una pareja de norteamericanos que venían en tandem desde Chengdu y que nos dieron una chuleta de lo que nos esperaba.
Estuvimos todo el día pendientes de los controles policiales, pero íbamos pasando pueblos sin problemas. Al atardecer, y a punto de llegar a nuestro destino, nos encontramos con dos moteros autenticos y muy comunes en toda la zona. Suelen llevar la moto tuneada como si de una caballo se tratara, en la parte trasera llevan un altavoz con musica a todo volumen que alegra la carretera, el asiento cubierto de una mantita y llenas de smileys y flores.
Les preguntamos por un alojamiento y enseguida dieron la vuelta y nos guiaron por el pueblo. Sorpresa: a la entrada había un puesto de policía que nos pilló en fuera de juego.
De poco sirvió que los moteros les explicaran que nos llevaban al hotel, pues les despacharon y nos pidieron los pasaportes. Un policía joven (el malo), nos preguntó por nuestro itinerario. Le presentamos la carta, la leyó, y acto seguido, negó con la cabeza diciendo: "No". Apoyamos las bicis y mientras tomaban nuestros datos nos hicieron pasar a la garita. Pensamos en recurrir al soborno como nos había insinuado el propietario del restaurante en Shangrila, pero tras un rápido intercambio de palabras decidimos esperar. Ahí, otro policía (el bueno) nos volvió a preguntar por el itinerario, nos dijo que fuéramos al hotel y que esperáramos noticias allí. El hotel era el típico edificio monstruoso con luces de neón en la azotea que tanto abundan en China y que rompe con la estética de cualquier pueblo pequeño. Nos asignaron una habitación y bajamos a cenar. En la entrada aparecieron el poli bueno acompañado de otro hombre que nos hizo un interrogatorio con la ayuda de otro señor que hablaba un poco de inglés y que se notaba que quería ayudarnos. Tras cinco minutos, cuatro de los cuales fue hablar entre ellos, el señor sacó una placa de secreta y dijo que podíamos seguir nuestra ruta a Litang pero que el gobierno chino precisaba que nos presentáramos en la comisaría del próximo destino.

Ahí no acabó todo. Nos pusimos a cenar cuando el dueño del hotel se acercó y con gestos empezó a decirnos que esa noche María dormiría con una mujer y David con un chico. Por suerte apareció una chica que hablaba muy bien inglés y supimos que el hombre quería meter a un grupo de diez en su hotel y para ello necesitaba nuestra habitación. David les preguntó: "Y por qué no duerme el chico con la mujer?" A lo que la intérprete respondió " Sir, this is China" (Señor, estamos en China) David respondió que ni hablar, que en nuestro país las parejas duermen juntos. En este punto nuestra mesa estaba rodeada de una veintena de curiosos, entre ellos dos militares, ansiosos por saber que ocurría con los falang, mientras que de fondo se oía a Plácido Domingo cantar una canción tradicional china por el 60 aniversario. Escena Paco Martinez Soria en versión china. Al final, decidieron cambiarnos de hotel. Aceptamos y nos condujeron a una casa vacía y mucho más cómoda regentada por dos monjes tibetanos. En el traslado volvimos a pasar por el puesto policial y nuestro acompañante tuvo que explicarles el motivo de nuestra mudanza. Tuvo que salir el quinto policía para que nos volvieran a abrir la barrera, eso sí, se despidieron con un efusivo goodbye! Amanecimos descansados tras un final de día surrealista, y nuestros anfitriones los monjes nos invitaron a desayunar peras y té tibetano (hecho a base de leche de yak, miel, agua y sal) mientras intercambiamos clases de tibetano por clases de español.
El camino hasta Derong, el siguiente pueblo, discurre junto al río por un cañón profundo y árido en el que paramos en una casa de una familia que nos invitó a comer lo que tenían: queso fresco de yak, un mendrugo de pan, nueces y té.
En todo el camino ha sido asombrosa la hospitalidad de la gente de los pueblos que enseguida nos ofrecían comida y nos hacían señas para que parasemos sin esperar nada a cambio.


Derong es una ciudad de hormigón sin encanto encajada en un valle. A partir de ahí, la carretera empieza a subir pasando por pueblos tibetanos en los que los niños echaban carreras con nosotros y la gente nos saludaba desde los campos. El camino llega a un alto de 3300m y luego desciende otra vez hasta el río por un paisaje otoñal.

Ese día tuvimos nuestra primera tentación pues una furgoneta se ofreció a llevarnos 100km adelante evitando dos puertos. Declinamos. Esa noche acampamos junto al río y cenamos todo lo que nos había regalado la gente por el camino. El día siguiente fue muy muy largo y duro. Primero subimos un puerto de 3818m desde donde se veía el altiplano. De camino, muchos todoterrenos se paraban para sacarnos fotos, incluso nos pedían que nos detuvieramos para posar. Alguno coló, pero a otros les dijimos que "hasta luego".
Tras bajar 11km nos replanteamos si acampar en el pueblo o tratar de llegar a Xiang Cheng, nuestro siguiente destino, aproximadamente a 60km. Hicimos la bilbainada, pues empezamos tarde a subir el puerto de 20km y cuando llegamos a su cima (4160m) era de noche. Descendimos con los frontales y abrigados con toda nuestra ropa por un zig-zag de 30km, con persecución de perros incluida. Nunca mais!
Xiang Cheng es una ciudad horrenda, pero está bien para ver el día a día.


Estábamos en pleno 60 aniversario, las calles estaban decoradas con banderas y había un pantallón gigante que emitía repetitívamente el temible despliegue de poder que había desfilado por Tiananmen.

A las afueras visitamos un monasterio mientras los monjes cantaban las mantras. Este monasterio fue destruido durante la revolución cultural y la gente de la región lo estaba reconstruyendo con su trabajo voluntario. Alrededor del templo se podían ver los diferentes gremios que colaboraban.

En Xiang Cheng barajamos la posibilidad de tomar un autobús hasta el siguiente pueblo, Sangdui. Por suerte, no nos quisieron vender los billetes, ya que fueron dos días muy intensos e interesantes. El primer día mientras buscábamos un sitio donde acampar en un pueblo remoto, un chico nos propuso que nos quedáramos en su casa. Por fin pudimos ver las casonas tibetanas por dentro. Tras dejar las bicis nos invitó a sentarnos, bajó a ordeñar a los yaks y nos ofreció leche recién ordeñada. Un amigo se unió y con gestos supimos que era conductor, que cuidaba del ganado de la familia y que tenia dos hermanos monjes.

En la parte inferior de la casa había un establo con yaks, cerdos y un perro de montaña. El piso superior era de madera, amplio y tenía una sala de estar que hacia las veces de cocina, salón y dormitorio. Estaba rodeado de armarios empotrados de color oro y granate decorados con simbología budista. Las pareces eran muy gruesas y las ventanas pequeñas. Dormimos enterrados en unas mantas que ridiculizaban nuestros sacos y al día siguiente desayunamos juntos. Tras esto, soltó a los yaks, montó en su moto y nos despedimos mientras se iba cuesta arriba y campo a través con una sonrisa divertida.
Debido a que China es un país con una política de un hijo por familia, exceptuando algunas minorías, y donde se ha dado preferencia al género masculino por medio de abortos selectivos, en los pueblos hemos visto una marcada mayoría masculina.

Esa mañana subimos hasta los 4700m y de camino almorzamos con unos trabajadores. Antes de llegar al puerto y mientras conversábamos con una pareja de suizos jubilados que llevaban un año en bici, volvimos a encontrarnos con nuestro anfitrión que conducía un tractor con remolque.

Desde el puerto se veían algunos nevados y el paisaje paso a ser de alta montaña.

Bajamos a Sangdui, un pueblo muy bonito con casas similares a palacetes de piedra. Dormimos en una parada de camioneros, utilizamos la técnica del cubo para lavarnos y nos aprovisionamos para los siguientes dos días hasta Litang.
A la mañana siguiente arreglamos el primer pinchazo de María tras 4400 km (David: 6; María: 1) y seguimos la carretera hacia el norte que vuelve a subir a los 4700m por un valle de abetos. A partir de aquí empezamos a ver asentamientos nómadas y en el camino las mujeres nos preguntaban si habíamos comido.
Llegamos hasta Zhousang en un día en el que parecía que pedaleábamos por la azotea de China, pasando por un paisaje desértico con fuentes manantiales, turbales y vegetación de alta montaña.

El último puerto del día lo subimos con el coche de San Fernando. Un motero remolcó a María el último kilómetro hasta el alto a 4700m agarrada a una cuerda estilo esquí acuático.
El último día hasta Litang pasamos por varias casas en construcción. Este es un trabajo que se hace en comunidad, donde se reparten las tareas.
Vimos más asentamientos nómadas, hombres a caballo guiando el ganado y, a poco de nuestra llegada a Litang, vimos buitres sobrevolando las colinas. Nos enteramos más adelante que aún se realizan enterramientos en los que, siguiendo una antigua tradición tibetana, se devuelve el cuerpo vacío del alma a la naturaleza. Dar el propio cuerpo como alimento a los buitres es un acto final de generosidad con el mundo y supone un nexo con el ciclo de la vida.
Litang, situada en la carretera que va a Tibet es una ciudad caótica que tiene fama de rebelde.
Pensamos que ya habíamos pasado lo más duro, pues nuestro plan era ir a Chengdu en bus y de ahí tomar el avión a Katmandu ya que como hemos explicado no podíamos ir por Tibet. El viaje hasta Chengdu discurre por una carretera en pésimo estado, que es un continuo subir y bajar puertos por una carretera estrecha y en obras, en la que los conductores juegan a adelantarse sin caer por el precipicio. Es como viajar en una batidora al son del grajo y el humo. Nos tranquilizamos cuando dos monjes se sentaron detrás. Una noche en Kanding y llegamos con agujetas a Chengdu.

Esta es una urbe dinámica y moderna, de mayoría Han, en la que las bicicletas están siendo relegadas por las motos, coches y todoterrenos lujosos. Lo único que nos recordaba que estábamos en un país comunista era la estatua de Mao que vimos en la plaza central. Pasamos por la peluquería para seguir la moda local (8 euros los dos con estilista incluido!), pedaleamos en el caos de sus carriles bici y buscamos cajas para empaquetar las bicis para traérnoslas a Nepal.


China es un país lleno de sorpresas, nosotros hemos conocido una parte pequeña, pero nos hemos quedado con ganas de conocer otras tantas partes diferentes que engloba: la musulmana al oeste, las grandes ciudades al este y lo más inaccesible, Tibet. Otra vez será!


Un abrazo
David y María

5 comentarios:

Silvia Maiz dijo...

¡Ni hao men!

¡Qué pasada de crónica!. Después de leerla me asalta una duda; tú ¿de que parte estás?¿de los monjes tibetanos o del Régimen chino? Es que no lo dejas suficientemente claro.

Te estás quedando en los huesos macho, así que te confunden con un yonqui y te ofrecen cosas raras.

Vaya miedo que dan los halcones callejeros de las motos, parecen salidos de una pelí de bruce lee. Yo veo a esos tíos y no les sigo ni borracho.

Bueno a seguid pedaleando y un abrazo muy fuerte a los dos.

Por cierto, viene chico.

Hasta pronto, Zai Xien!

Anónimo dijo...

Hola pareja !!
Estamos en el palacio de los condes de Zaldibar: Nahiuski y Jagoba. Impresionante. Unbe se queda en poca cosa, comparado con esto. Si vieraís la pecera olimpica que tienen...
Cuando vuelvas organizaremos la mundial de Waterpolo.
Ayer estuvimos en el mercado de Tolosa, comimos en Alegi y luego a la tarde subimos a Larraitz.
Ya os mandaremos unas fotos del finde. Hoy hemos conocido Alegi, y luego hemos venido a comer a Zaldibar.
Nos hizo mucha ilusión tu llamada.
El blog, va mejorando notablemente. Cada vez mas fotos, muy chulas, mapa del recorrido en el comienzo del post.
Nahia, dice que te esta poniendo a parir.
Cris, dice que donde esta el autogafro de Busta, que en todo este tiempo se esta revalorizando.
Ah, la cantabruca dice que traigas algun souvenir, ah si quieres alguna pantortilla, que ya te lo llevariamos al aeropuerto.
Besos de parte de tod@s.
Los honorables miembros del encuentro Soriano.

El rincón de la anjana dijo...

Me sigo pudriendo de envidia y acordándome de vosotros, as always... pero sabéis que soy un pelín huevona con esto de la tecnología... ánimos para seguir con el viaje y a coger fuerzas el finde de la boda. Mil besucos!!!
Crispis

Danilo dijo...

!Holla que tal! Ja elegido dónde ir o Omán o Pakistán! Mantener buen viaje. Fue un placer reunirme con usted en Nepal.
Danilo
www.homemlivre.com

David y María dijo...

Edu!

Tienes un sistema que te avisa cuando publicamos! Vas siempre mas rapido que nosotros!!! Ahora en serio, gracias por los comments! Animan mucho a seguir escribiendo y son jugosos. Nos encantan las criticas para ir mejorando. (Eso si, ten cuidado que igual aparecen dos del NODO por Irunlarrea!)
El anio que viene corremos sanfermin!!!, pero que no se entere mama.

Un abrazo a los 4!

david y maria

Sorianos!

Ya vi las fotos! Pero que bien estabais todos. Propongo que el siguiente encuentro lo hagais en algun lugar entre Delhi y Soria...algo que nos pille de camino,jeje Apuntadme a la siguiente cuando vuelva!!
Anajana, sacrilegio, no me digas que has perdido el autografo de Busta. Se trata de un incunable maja, aunque no te lo creas!

En fin, que paseis muy buenas navidades y que comais un monton de polvorones, mazapanes, turron, jamon del bueno, etc... ahora nosotros somos los que decimos:
QUE ENVIDIA! porque aqui todo pica!!!

Un beso a tutti
David


Danilo!

comme stai e dove sei? grazie per il tuo post.
siamo a delhi facendo le vise per Iran! Una tortura burocratica! Tomaremos la ruta de Oman. Fue un placer conocerte y te deseamos mucha suerte en tu hazana!

Un abrazo
David e Maria