domingo, 8 de enero de 2012

De Barcelona a casa

En Heraklion tomamos un ferry nocturno a Atenas. En el trayecto conocimos y nos unimos a Christian y Christopher, dos amigos, uno francés de madre sevillana y el otro americano, que estaban de viaje por Grecia. Cenamos intercambiando experiencias e historias y buscamos una moqueta mullida donde tirar nuestros cuerpos, ya que seguíamos acumulando cansancio. Piraeus, puerto de Atenas, nos recibió de lunes encapotado y lluvioso. Encontramos un alojamiento barato en el centro de la ciudad,barato para ser Europa pero desorbitado comparado con lo que veníamos pagando. Llegábamos en medio de un ambiente tenso debido a los malos tiempos que atravesaba la economía griega. Se veían caras largas y miradas de preocupación. La primera noche, junto a Christian y Christopher, salimos a conocer la marcha de la capital. Duramos poco pero nos gustó el ambiente nocturno. Al día siguiente subimos a visitar el complejo de la Acrópolis, o lo que queda de él, ubicado sobre una roca que domina Atenas. Junto a las espectaculares vistas, lo mejor: el templo del Partenón construido en el S.V a.C y el anfiteatro.


El Partenón

A la mañana siguiente, Christian y Chistopher nos ayudaron a llevar las bicis "encajadas" al metro y tras despedirnos partimos al aeropuerto. Nos hubiera gustado estar más tiempo explorando Atenas, pero teníamos que ir avanzando pues queríamos pedalear desde Barcelona a Bilbao.

Degustando el yogur griego mientras llega el metro

Aterrizamos en Barcelona. Como el cambio de ruta fue bastante repentino e inesperado, para nosotros también, decidimos dar alguna sorpresa a los familiares y amigos que teníamos en la ruta hacia Bilbao. Otros nos darían la sorpresa a nosotros.

Itinerario en bici desde Barcelona hasta Bilbao

Al haber estado en Grecia antes de Barcelona, no notamos tanto el cambio, aunque en el fondo nos sentiamos aliviados de pisar tierra más cerca de casa y saber que no tendríamos que tomar otro avión para llegar a casa. Recogimos las bicis “encajadas” y el transporte público nos dejó en Plaza Catalunya donde, ante la atónita mirada de turistas y lugareños, nos pusimos a montar las bicis para dirigirnos hacia la casa del hermano de María, Juan, y Eli, su novia, ubicada en la Floresta, a las afueras de Barcelona. Desde la estación de tren de La Floresta fuimos primero a reponer fuerzas y cumplir con un deseo que veniamos ansiando desde hacia mucho tiempo: comernos un bocata de jamón con aceite. Paramos en un bar, encargamos tres bocatas y salimos en busca de la casa de Juan. Ya era de noche, y algunas carreteras no estaban iluminadas. Cansados, pero con ganas de dar la sorpresa y tirando de nuestra acotada memoria visual pedaleamos una hora larga probando diferentes caminos hasta que finalmente dimos con el Barranco del Lobo. En un principio parecía que los sorprendidos ibamos a ser nosotros, ya que no había nadie en la casa, pero al poco, bajó por la pista un coche que nos sonó familiar. David se encontraba en una de las entradas. Salió corriendo hacia el coche. En un primer instante tanto Juan como Eli dudaron en bajar la ventanilla hasta que, detrás de sus pintas, reconocieron a David. Sus caras cambiaron ipso facto cuando se dieron cuenta de que éramos nosotros. María volvía de la otra entrada y Juan salío escopetado en su búsqueda hasta que los hermanos se fundieron en un abrazo. Estuvimos dos días en su casa descansando, disfrutando de la compañía y poniéndonos al día.

Con Eli y Juan

Al tercer día, con un mapa muy general de toda la península, reanudamos la marcha en lo que sería la última etapa de este viaje. Bajamos de Barcelona hasta el rio Llobregat, lo cruzamos y seguimos las comarcales hasta la Beguda Alta. Una etapa corta, pero queríamos parar en casa de Irene, amiga de María y su novio Josué. Esta vez no era una sorpresa, pues estaban avisados, pero la ilusión de encontrarnos tras tanto tiempo fue inmensa. Nos alojaron en su piso, nos enseñaron el bonito y tranquilo pueblo del interior donde viven, nos deleitaron con un pollo al curry riquísimo y nos llevaron de excursión a ver la Virgen de Montserrat. Otros dos días en los que ibamos reponiéndonos y recuperando energía.

Con Irene y Josué

Vistas desde Montserrat

Esos días nos enteramos que desde Montserrat parte el camino de Santiago. A fin de evitar las carreteras más transitadas decidimos probar suerte y seguirlo. Al mismo tiempo que Irene y Josué partieron a sus respectivos trabajos, nosotros nos pusimos a pedalear buscando el camino de Santiago. Lo encontramos y discurría por carreteras tranquilas, alguna pista y pueblos muy pintorescos, todo ello en medio de una primavera en pleno esplendor. Volvimos a la rutina de la bici de pedalear por la mañana, comer a mediodía, descansar y pedalear hasta el atardecer.


Fue por la tarde, cuando pasando por un pueblo, Francesc, al vernos, detuvo su vehículo a nuestra vera y nos ofreció terreno para acampar. Vivía en una masía en la villa de Argençola junto con su mujer y 3 hijas. Nos costó llegar, pues desde donde estábamos eran 4 kilómetros de subida, y, a última hora de la tarde, era lo último que apetecía. Fue duro subir a esas horas, pero ese camino nos depararía otra gran coincidencia del viaje y de la vida. La masía de Francesc era muy grande y estaba siendo reformada. Por la tarde cenamos con la familia y dormimos derrotados acampados entre huertos de plantas medicinales.

Francesc y sus hijas

A la mañana siguiente, antes de partir, preguntamos a Francesc por un sitio donde desayunar. Nos remitió a una cafetería en Santa Maria de Coloma. Estaba fuera de la ruta, ya nos habiamos desviado completamente del camino de Santiago, pero pensar en los cruasanes de chocolate fue el factor dominante. Al salir de la masía, Francesc y las niñas se habían ido. Cerramos la valla, pero los perros nos empezaron a seguir. En un principio pensábamos que se volverían y retornarían a la casa. Le llamamos a Francesc, y nos pidió que los llevaramos de vuelta a casa. A pesar de estar a 3 kilómetros, David los llevó de vuelta a casa.


Todo este proceso retrasó nuestra salida e hizo que tuvieramos aún más hambre. Como ocurre muchas veces en el viaje uno quería una cosa y la otra persona algo diferente. En este caso David se moría de hambre y quería llegar cuanto antes a la cafetería y María se moría de sueño y quería buscar la sombra de un árbol para echar una cabezadita. Finalmente, por primera vez en el viaje, decidimos separarnos y quedamos en la cafetería. David llegó a la cafetería y se pegó un desayuno de ciclista. Mientras leía el periódico oyó una voz familiar de un cliente. Alzó la cabeza y vio a Simón, un antiguo vecino que conocía hace muchos años. Él estaba igual de sorprendido que David. Hacía años que no se veían. Otra gran coincidencia: Simón, no solía ir a esa cafetería, pero justo ese día decidió pasarse para comprar un bocadillo. Lo que es el destino, en fin, que si David se hubiera quedado con Maria echando la siesta, no se hubiera encontrado con Simón. Al de poco llegó María. Estuvimos charlando un rato y aceptamos gustosos la invitación de Simón para quedarnos en su casa en el pueblito de Montbrio de la Marca con su mujer Vanesa y su hijo Óliver. Tras el desayuno subimos hasta el pueblo. Un lugar fuera de cualquier ruta, pero maravilloso. Estuvimos con ellos dos días antes de reanudar la ruta, en los que nos enseñaron las montañas de alrededor y disfrutamos mucho de su compañía.

Con Vanesa, Simón y Óliver

Nos habíamos desviado hasta la provincia de Tarragona y decidimos retomar el camino de Santiago, así que pusimos rumbo a Lérida. En la primera etapa paramos en el Monasterio cisterciense de Santa María de Poblet. Fue un día de primavera espectacular pedaleando por pistas que atravesaban los campos de cultivo.

Monasterio cisterciense de Santa María de Poblet

Para comer: huevos fritos con jamón

Por la tarde, paramos en un pueblo a comprar comida y una chica, Cristina, nos ofreció su casa para quedarnos. Evitamos así la tormenta que se avecinabla y cenamos en familia.
Al día siguiente las pistas de tierra nos iban a jugar una mala pasada. La llanta trasera de la bici de David se cascó y tuvimos que andar hasta el pueblo más cercano. Por suerte llegamos a tiempo para coger el último bus comarcal que nos llevaría a Lérida. Era laborable y conseguimos arreglar la bici. Retomamos el camino el mismo día y seguimos el camino de Santiago. Una vez más la lluvia y la noche nos pilló buscando un sitio donde acampar. La tormenta nos pilló en una gasolinera y ahí plantamos nuestra tienda.

Los siguientes dos días atravesamos la provincia de Aragón.

Repostando combustible en la calle de la Jota aragonesa

Trazamos un recorrido por caminos comarcales que parecían llanos, pero no conociamos la fuerza del viento del Cierzo. Al principio nos sorprendió el viento y lo achacamos a un día sin suerte. El Cierzo, debe de estar hermanado con los vientos de Irán, porque era igual de duro e incombustible. Pedaleamos dejando a los lados campos gigantes repletos de molinos de viento que no paraban de girar. Ahí es cuando se cumple el dicho que reza que el ciclismo es el deporte en el que da todo por culo menos el viento. Por suerte no llovía, el cielo estaba azul sólo tachonado por nubes que pasaban a toda mecha arrastradas por el viento y que en la región se conocen por "las volanderas". Fueron dos días duros, pero tuvimos muy buenas acampadas libres entre los pueblos y avistamos algún jabalí, muchas cigüeñas que parecían tener debilidad por las torres de electricidad y alguna víbora muerta en el asfalto. La primavera estaba exultante.




Entramos en Navarra y tras un día de mucho pedaleo, decidimos quedarnos en el camping de Olite. Teníamos ganas de darnos el lujo de un ducha en condiciones, ya que se acercaba el día de la llegada y había que ir guapos. Un camping poco resguardado del viento y caro para los servicios que ofertaba. Desde Olite pedaleamos por carreteras comarcales pasando por Estella hasta llegar al pueblo de Antoñana, pueblo natal de la bisabuela de David y donde la abuela de Maria tenía un casa.
Antoñana

Nos quedamos una noche y a la mañana siguiente subimos el puerto de Azazeta, bajamos a Vitoria y continuamos por la antigua nacional hasta coronar Altube. Esta última una carretera muy bonita en la que prácticamente ascendimos solos.

La familia ya sabía que estábamos cerca pero nadie que ibamos con algún día de adelanto. Desde el puerto de Altube era todo bajada hasta Orozko. Era de noche y no nos daba tiempo a llegar a Bilbao, por lo que buscamos un hueco entre dos caserios y junto a un riachuelo para acampar . Esa noche nos costó conciliar el sueño. Nos invadían sentimientos encontrados. Por un lado teníamos muchas ganas ver a nuestros amigos y familia; por otro lado sentíamos pena porque el viaje llegaba a su fin.


Al día siguiente seguimos la carretera nacional que nos condujo hasta Bilbao, no sin sufrir el denso y peligroso tránsito que caracteríza las entradas a Bilbao. Sobrevivimos y entramos por Txurdinaga, dejando a un lado la basílica de Begoña, y bajamos hasta el mismo ayuntamiento de Bilbao.

Llegando a Bilbao

Estábamos en casa. La emoción nos embargaba a cada instante. Ahí aprovechamos para pasarnos por el juzgado para firmar los papeles de nuestro enlace matrimonial que se
celebraría dos semanas después. A la hora de comer quedamos con amigos que se unieron a nuestra llegada.


Seguimos la ruta pedaleando por la ría. También en Bilbao fuimos capaces de perdernos y por poco acabamos yendo al final de la isla de Deusto, parecíamos guiris. Tuvimos que deshacer lo andado y retomar la carretera de la ría.

Primero pedaleamos despacio por la ría hasta llegar a la casa de los padres de María que nos recibieron con alegría y alivio. María dejó sus alforjas y nos pusimos en marcha hacia el monte Umbe para darle la sorpresa a la madre de David que al vernos dio un grito de alegría. Y de ahí a la ducha. Estábamos en casa tras un largo e intenso periplo.

Un abrazo y esperamos que os haya gustado este blog.

David & María y Mikel
continuará...



6 comentarios:

David y María dijo...

Autocomentario:

Por fin terminamos el blog!!!
(bueno aún nos queda el epílogo..jejeje)

Gracias a todos los que nos habeis seguido, apoyado y animado antes, durante y después del viaje!!!!

Idoia Lara dijo...

me ha encantado!
Menudas aventuras!

Anónimo dijo...

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Daniel akacio dijo...

Aunque no estuve con ustedes en la travesía leyendo su aventura la viví m encantó todo más! la aventura con el amigo George.

Saludos desde Venezuela, Dios les bendiga y los colme de éxitos siempre!