viernes, 24 de julio de 2009

Crónica 19: Australia, segunda parte

Justo a la hora que terminamos de escribir la primera crónica sobre Australia habíamos quedado con Pablo y Laura. Salimos escopetados del ciber de la calle principal de Byron Bay y cuando llegamos al camping, ya nos estaban esperando junto a la autocaravana, aunque bien se le podía llamar camión. Siendo nosotros "los anfitriones", aprovechamos las instalaciones del camping, que siempre suelen estar provistas de varias barbacoas para celebrar el encuentro con unas hamburguesas.Tras ponernos al día, salimos a visitar Byron. Por suerte, estaba despejado tras tres días de lluvia. Subimos a su repintado faro, que, además de ofrecer vistas espectaculares sobre el océano y la bahía, marca el punto más oriental de Australia. Descendimos hasta la playa principal donde paseamos mientras los surfistas aprovechaban los últimos rayos de sol. Es ahí cuando uno se explica la razón del 'exiito' que ha tenido Byron que, en escasos 20 años, ha pasado de ser un pueblo pequeño y tranquilo a un destino casi obligado para los que recorren la costa este y obligado para mochileros. La mayoría de australianos a los que les dijimos que nuestro destino era llegar a Byron, nos contaron que era caro y muy comercial. Quizá tengan razón, pero la belleza de sus playas y el interior (Hinterland) es indudable.
En la cena esbozamos un itinerario aproximado hasta Cairns, aproximadamente 2000 kilómetros al norte, desde donde nosotros volaríamos a Singapur y Pablo y Laura pondrían rumbo a Fiji. Contábamos con ocho días, así que decidimos avanzar lo máximo al principio para luego disponer de más tiempo cerca de Cairns. Dicho y hecho, al día siguiente, con las bicis de pasajeras, condujimos la friolera de 1139 kilómetros hasta llegar la ciudad de Mackay, es decir poco más o menos lo que habíamos cubierto en bici en un mes. Atravesamos Brisbane, capital del estado de Queensland y, a medida que avanzamos milimetros en el mapa, vimos como el paisaje iba tornándose más tropical y el clima más cálido, pasamos el trópico de Capricornio y aprovechamos las concurridas y equipadísimas áreas de descanso que hay en Australia. Desde Mackay llegamos a Arlie Beach, un pueblo desde el que se accede a las Islas Whitsunday. Este archipiélago está formado por 70 islas bañadas por el sol y se encuentra en el límite meridional de la barrera de coral. La mayoría de las islas se hallan protegidas y, según nos contaron, todos los años las ballenas jorobadas viajan desde la Antártida en busca de aguas más cálidas para que nazcan los ballenatos. Cada isla ofrece diferentes alternativas. Los cuatro buscábamos alguna isla tranquila donde acampar unos días. Al final nos decantamos por la Isla Hook, siguiendo el consejo de una empleada de una de las tantas agencias de viajes que pueblan la calle principal que nos aseguró que la Hook era salvaje y tranquila. Reservamos el barco y el camping para el día siguiente, y esa tarde la aprovechamos yendo a la playa de la cercana isla de Daydream: montada para el excursionista de día, para familias, hay kanguros (que poco podrán saltar dado el minúsculo tamaño de la isla) y hasta una capilla para los que quieran casarse con vistas al océano.A la mañana siguiente, a la carrera cuan concurso de supervivencia y repletos de bolsas, cogimos el barco que nos llevaría hasta la Isla Hook que dispone de un único resort donde acamparíamos tres noches. A nuestra llegada el sitio parecía tranquilo, pero uno de la tripulación nos avisó que esa noche había un importante partido de rugby que enfrentaba a Nueva Gales del Sur y Queensland y que nos preparáramos para una bulliciosa noche, pues era la única tele de la zona y lugar preferido para los numerosos veleros que navegan las Whitsundays, por suerte, la muchedumbre anunciada no llegaría hasta la tarde noche, así que aprovechamos, tras montar el campamento junto a la playa, para conocer las playas, hacer snorkel y descansar de la pechada autocaravanera. Cayó la noche y los presagios se cumplieron. Los barcos iban emergiendo de la oscuridad y creciendo en numero. Algunos de ellos eran "Party Boats", veleros que organizan excursiones por las islas dirigidas a mochileros ansiosos de fiesta. A las 8, mientras arribaban las primeras hordas, lo que en un principio pensamos que iba tratarse de un remanso de sosiego, se había convertido en un bar abarrotado en una isla perdida. No teníamos por donde escapar, pues el resort estaba rodeado por un bosque impenetrable, así que no nos quedo más remedio que unirnos al Madrid-Barca australiano y probar las diluidas cervezas australianas. A la mañana del día siguiente partimos hacia la isla vecina de Whitsunday que esconde uno de las perlas y principales atractivos del archipielago, Whitehaven Beach, una playa de arena blanca y muy fina. Por la tarde, de vuelta en Hook, a la que íbamos cogiendo cariño y enterándonos de los chismes, decidimos probar suerte con la pesca para ahorrarnos la cena. María y Laura se lucieron con 4 capturas (2 peces los devolvimos al mar y los otros 2, sin tener ni idea de si eran comestibles los llevamos al jefe del resort, que, arrogante y llevándose las manos a la cabeza, nos dijo que el pescado marrón y de puntos blancos con ojos saltones era el protegido mero patatero, por el que nos podía caer una buena multa. Nuestro gozo en un pozo. En su defecto pasamos a la pizza mientras veíamos Masterchef, un reality de cocina al que nos enganchamos durante nuestra estancia y que estaba levantando furor en toda Australia.Al día siguiente, a pesar de que nuestros vecinos de tienda, una pareja de profesores ingleses asentados en Australia, nos avisaran de que el día anterior habían avistado 7 aletas de tiburón (de arrecife: inofensivo) patrullando Pebble Beach (ver foto), decidimos hacer snorkel para despedirnos del precioso coral. La película Tiburón ha hecho mucho daño a la especie. Los tiburones de arrecife suelen ser inofensivos y asustadizos. Más cuidado hay que tener en los meses de verano australiano con las stinger (medusas) que pueden ser letales. Desde Arlie Beach proseguimos el viaje hasta Cairns cubriendo un 'tramito' de 700 kilómetros. Cairns es, eminentemente, una ciudad turística que actúa de destino final para aquellos que recorren la costa este. Es sin duda la base para ir a la barrera de coral, pero también está cerca de algunos bosques tropicales como el que fuimos a visitar en nuestro viaje a Kuranda, a 50 km al interior de Cairns. El primer tramo lo hicimos en un tren que asciende por la garganta Barron y el tramo de vuelta en un teleferico que regresa a Cairns sobrevolando la selva. En el trayecto por encima del manto verde de las copas de los árboles vimos un kauri, un árbol muy apreciado por su madera.En el camping de Cairns se notaba que estábamos en temporada alta. Casi todos los campings están ocupados por jubilados equipadísimos. Pablo y Laura nos contaron que se habían extrañado en Sydney al no ver apenas personas mayores. Al parecer están todos en los Caravan Park (campings). Nos contaron la anécdota de que habían visto a un campista portar una pegatina muy ilustrativa del espíritu vitalista de los australianos que rezaba: Adventure before dementia (Aventura antes de la demencia). Para nuestro último día contratamos una excursión a la Barrera de Coral. La Barrera de Coral es un organismo vivo que se extiende 2300km paralelo a la costa, accesible tras una o dos horas en barco desde Cairns o Port Douglas. Existen 2 franjas de arrecifes, una, la más cercana a la que llaman inner (interior) y otra, la outer (exterior) que resulta mas atractiva por tener una mayor visibilidad (30 metros). Optamos por una excursión que incluyera buceo y snorkel. Hicimos tres inmersiones, sin duda, espectacular y a un precio razonable.
Esa noche nos despedimos cenando barramundi (un rico pescado blanco parecido a la merluza).Al día siguiente, tras cedernos la cama de la furgo, nos despedíamos de Pablo Y Laura, con los que hemos pasado unos días muy divertidos, intensos, y ha sido un tiempo en el que hemos recargado las pilas. Ahora mismo estamos en Singapur. Mañana saldremos hacia el norte con la bicis y entraremos a Malasia.

Un abrazo muy fuerte,


David y Maria

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver, que estamos aquí Cris, Dudu, Igoa (mi prima la venezolana) y yo y estamos casi seguros de que ya estais en Castro y todas estas fotos las habeis bajado de internet.
y bueno, que nos preguntamos: a dónde cojones vais a ir de luna de miel???????????????????? porque ya no os quedan muchas opciones.
Cris y Dudu han venido a hacernos visitilla, se van a ver al Boss en breve.
Dice mi prima, "ponle... se les quiere UN MUNDO".
Desi & Company.

Unknown dijo...

Querido pitufo y María:

Desde luego como se agradece comer caliente y dormir sin pulgas...que bonita se ve la sierra desde la fregoneta del tato Pablo....bromas aparte que poneis los dientes muy largos de lo bien que lo estais pasando....que envidia....

Deciros que me he cambiado de trabajo...no estaba muy a gusto en Bretón y por azares de la vida he empezado a trabajar con el tio en Muriel...estoy muy contento e ilusionado...

Las niñas estan todas bien...dando la guerra que dan..desde la de 39 hasta la de 1 año...pero me cuidan mucho....

Un beso muy fuerte desde el epicentro mundial del vino....

Tu hermano mayor que te controla...

Un abarzo muy fuerte para los dos...

Chema