sábado, 5 de diciembre de 2009

Crónica 25: ¡Namaste Nepal!

Itinerario (rojo: bici; negro: bus)

En China conocimos a un nepalí que nos contó que Katmandú era "una ciudad de locos". La primera noche nos íbamos a dar cuenta a qué se refería. Desafortunadamente el vuelo desde Kunming fue nocturno y nos perdimos la vista aérea del Everest y los nevados del Himalaya. Aterrizamos en un aeropuerto que nos recordó al de Sondika, hicimos los trámites de entrada, recogimos las bicis que nos esperaban solitarias en la cinta de maletas y entrábamos en Nepal con expectación pues no habíamos mirado nada.

Aconsejados por el mismo nepalí que conocimos, nuestra intención era la de alojarnos en Bouddha, un barrio tranquilo cercano al aeropuerto. Sin embargo, el destino y los 20 dólares que prestamos a una pareja de ingleses que llegaron sin un duro al país, nos llevaron al caótico barrio Thamel. Con ellos, otro mochilero holandés y las bicicletas en el techo, salimos en una minifurgoneta en busca de un alojamiento. A nuestra llegada a Thamel entendimos por qué el nepalí lo había descrito como " crazy". Se trata de un barrio mochilero de Katmandu formado por estrechas y laberínticas calles inundadas de comercios de equipamiento de alta montaña, tiendas de telas y souvenirs, puestos ambulantes, restaurantes con comida occidental, agencias de viaje y miles de hostales con nombres tan originales como "Holy Mountain". En fin, todo lo que un turista en Nepal puede necesitar.
Calles de Katmandu
Las calles estaban infestadas de coches, motos, rickshaws y gente tratando de abrirse camino al son de los ensordecedores pitidos. Al hecho de llegar en plena temporada alta, se unía que esa noche comenzaba el Diwali (festival de las luces) que duraría todo el fin de semana y en el que cada día se venera a un animal sagrado. Los niños primero y los adultos después recorren las calles parando en los comercios para cantar con insistencia hasta ganarse unas rupias que, en teoría, van a parar a un fondo solidario destinado a cubrir posibles emergencias de los vecinos.

Celebracion de Diwali
Todos, exceptuando el conductor contemplábamos mudos las ajetreadas y bulliciosas calles mientras pensábamos cómo Katmandú, descrita como ciudad espiritual por los primeros montañeros en coronar ochomiles, se había convertido en lo que veían nuestros ojos. Decepcionados y cansados encontramos una posada donde nos alojaríamos los siguientes cuatro días. En ese tiempo conocimos algún barrio de la ciudad, arreglamos el visado para India y nos preparamos para un trekking que teníamos pensado hacer por la zona de Annapurna. En un paseo por Durbar Square, plaza principal, es posible todavía ver la esencia de esta legendaria ciudad. En Nepal el vestido más común de las mujeres es el kurta surwal (pantalón con camisola) mientras que el sari queda reservado a las mujeres casadas. Los hombres visten tocados con los tipicos dhaka topi (gorro característico de Nepal).
También nos cruzamos con los primeros shaddus, ascetas dedicados a la vida contemplativa. Algunos de ellos son falsos, son buscavidas que tratan de colocarte un manchurrón rojo sobre la frente a cambio de una donación. La primera vez hicieron diana, pero en las sucesivas, salíamos corriendo en cuanto detectábamos a un shaddu con cubito de tinte.

Durbar Square
El visado para India iba a demorarse 10 días, por lo que decidimos aprovechar ese tiempo para hacer el trekking. Salimos con las bicis en dirección a Pokhara en un día que pasaría a nuestra historia como el más peligroso. Eramos novatos en ciudades con tanto trafico y con conductores tan lanzados. Sólo salir de la ciudad fue una autentica pesadilla. La carretera que iba a Pokhara era estrecha, carecía de arcén y estaba atiborrada de autobuses y camiones que no cesaban de tocar sus sofisticadas bocinas . ¡Y todo esto durante una subida de 12 km!

Conseguimos salir enteros de la ciudad pero el tráfico no mejoró. Ese día sólo completamos 25 kilómetros de los 225 que nos separaban de Pokhara. En el pueblo donde paramos, Naubisse, nos alojamos en una posada de carretera que cobraba 3 euros la noche y donde servían comidas. Ayudados por nuestro librito de nepalí y nuestra mímica desarrollada en China conversamos durante la cena sobre la vida en Nepal.

De camino a Pokhara
Nepal es un país cuatro veces menor que España con 25 millones de habitantes. Si a ese factor añadimos que está dominado por la alta montaña, donde solo vive el Yeti, queda un país sobrepoblado. Nos explicaron que el país se divide en tres franjas geográficas que lo cruzan de este a oeste conocidas como:

1.Himali, que literalmente significa montana nevada.
2. Pahar las "faldones" de los Himalaya.3.Terai, llanura al sur que conecta con la India.
El hijo del dueño nos contaba orgulloso como Nepal es el segundo país con más reservas después de Brasil, muy creíble a juzgar por la gran cantidad de ríos que cruzaríamos en nuestro camino y que principalmente vierten sus aguas en el Ganges.

Tirolina para cruzar el río
Hambrientos terminamos el dal baht, la comida principal a base de arroz, lentejas, verduras con curry y salsas picantes servida en bandeja de hojalata.

Dal baht
El tráfico no mejoró al día siguiente, así que optamos por hacer los últimos 90 km a Pokhara en bus. Ley de Murphy, ese día apenas hubo tráfico.

Pescadito frito en los puestos del camino

Pokhara es el punto desde donde parten todas las caminatas por la zona del Annapurna. Es una ciudad junto a un lago que goza de unas espectaculares vistas de los nevados y que vive del turismo de montaña.

Lago Phewa en Pokhara
Las calles cercanas al lago, el Lake Side, son una réplica a las de Thamel pero sin tanto agobio. En Pokhara es posible hasta zamparte un solomillo entero por menos de 4 euros, siendo un país donde la vaca es sagrada.

Alquilamos una mochila de montaña, unos bastones y tomamos el primer bus con destino a Nayapul, punto de salida del trekking. Subidos sobre el techo del bus, práctica muy habitual en Nepal y helados por el frío del amanecer empezamos a avistar los primeros nevados.

Montados en el bus de camino al trekking, Gorro tipico dhaka topi
Elegimos hacer el trekking al campamento base de Annapurna -(ABC)- situado a 4100 metros y que son unos 100 kilómetros de marcha. Los primeros días el paisaje está salpicado de pueblos de montaña dedicados al cultivo en terrazas de arroz, trigo y mijo.

Habíamos dejado atrás el monzón y parecía que estábamos en plena primavera.

Luego el camino se adentra por un valle de robles, bambú y rododendros vadeando el río Modhi Khola y comienza a ganar altura entre un paisaje otoñal.


El tercer día desaparece la vegetación y la ruta llega hasta un anfiteatro de majestuosos picos nevados que sobrecoge.


Annapurna Sur y Annapurna I (dcha)

Ascendimos por lo que antiguamente era un glaciar hasta el campamento base.


ABC y Machapuchre (6997 m) al fondo
Además de senderistas acampaba una expedición rusa preparando el ataque al Annapurna Sur por una ruta alternativa.
Annapurna Sur (7219 m)
Curiosos, nos acercamos a charlar un rato con uno de ellos que nos detalló la vía de ascenso y el currículum de ochomiles de su sherpa que despreocupado se paseaba en chancletas. Admirable! También nos preguntó si nosotros íbamos a subir a lo que, entre risas, respondimos: esta (refiriéndonos al campamento base) es nuestra cumbre! Miraba las nubes con preocupación y sin inmutarse nos contó como dos coreanos habían desaparecido dos semanas atrás en una avalancha en el Hinchuli, la montaña adyacente. Deseándoles suerte nos despedimos y siguió escudriñando la montaña con unos potentes prismáticos.

Annapurna I (8091 m)
A excepción de unas escaleras, la excursión no se hizo dura y, además, hay muchas posadas donde caer muerto en las que se paga principalmente por la comida. De vuelta, tomamos el camino al pueblo de Ghorepani, desde donde es posible tener una vista panorámica de la cordillera del Annapurna y del Dhaulagiri y del cañón más profundo del planeta, Kali Ghandaki.


Cañón del Khali Gandaki, pico Dhaulagiri (8167 m) y bocata de tortilla

El último día nos esperaba una gran sorpresa o, mejor dicho, lo que ha sido la mayor coincidencia del viaje. Bajábamos temprano por un tupido bosque de rododendros y, en un momento dado, nos detuvimos detrás de un francés que se paró a intercambiar un saludo con otro hombre que subía con su mujer. Al verlo de cerca, David frunció el ceño, miró al señor, se giró y le preguntó a a María: ¿Es Tomás? María respondió: ¡No puede ser! El hombre reanudó su camino y entonces David probó suerte gritando: ¡Tomás! Los dos se giraron y, al darse cuenta, se quedaron tan sorprendidos como nosotros. Charlamos emocionados y tras la foto de la evidencia proseguimos nuestros respectivos caminos. Tomás es muy amigo de la familia de David, y se encontraba con su esposa Yoli de vacaciones. La cadena de coincidencias no terminó ahí, pues al regresar Tomás a Bilbao y contarle el encuentro a su fisio, resultó que ésta era Ruth, amiga de María.

Encuentro sorpresa con Tomás y Yoli en Nepal

Nos despedimos de la caminata con un baño helador y revitalizante en el río para aplacar el calor y llegamos de noche a Pokhara donde nos esperaba el visado para India recién salido del horno. Un día de descanso en el que presenciamos las primeras manifestaciones maoístas por las calles en protesta por el supuesto tongo electoral que les había arrebatado el poder y ya estábamos de vuelta sobre el sillín con rumbo hacia al Terai. Tardamos tres días en dejar atrás el Pahar yendo por un continuo sube y baja siguiendo el río. Llegamos hasta la ciudad de Tansen, que ubicada en un alto, ofrece unas vistas espectaculares en la que visitamos un templo hindú y, a la salida, charlamos con un señor de claras tendencias maoístas. No cesó de alabar a los chinos y criticar a los indios. Nepal se halla atrapado geográfica y políticamente entre estos dos gigantes que chocan tanto como las placas tectónicas que los unieron formando los himalayas.Tras tanta montaña, el terreno liso del Terai nos pareció un regalo de la diosa Lakshmi, a pesar del tórrido calor.


En el super

Aun así, todavía nos quedaban unos 500 kilómetros para alcanzar la frontera con India al oeste y nos quedaban 9 días hasta la salida del vuelo de Delhi a Bilbao para acudir a la boda del hermano de David, Pablo, y Laura. Pedaleamos sin descanso durante 6 días por una carretera que sesga Nepal de este a oeste cruzando numerosos ríos, algunos secos , y donde apenas hay tráfico. ¡Qué placer!

Cauce del rio en temporada seca (Terai), Pahar al fondo
En epoca del monzon los rios se llenan

Pedaleábamos hasta el anochecer quedándonos en el pueblo que tocara, alimentándonos a base de dal baht, nos cruzamos con numerosos cicloviajeros y vimos muchas escenas del día a día. Las campeonas: una mujer con un cuenco de verduras en la cabeza que nos saludaba sonriendo mientras se lavaba los dientes; dos hombres jugando a cartas sobre un carro cargado de paja tirado por dos cebues.
Danilo, de Brasil, dando la vuelta al mundo en bici

Eran pueblos con mucho encanto rodeados de campos de cultivo -principalmente mostaza, mijo y trigo- donde tanto niños como adultos nos acompañaban en sus bicicletas unos kilómetros para saciar su curiosidad. Las casas, en general, eran construcciones sencillas de adobe, barro o ladrillo. Algunas, las menos, eran tenderetes en los que se veía que vivían familias con lo más básico. La mayoría, sin embargo, a pesar de vivir de modo sencillo parecían felices. La carretera atraviesa dos parques nacionales. En Bardia, el primero, nos topamos con un escorpión moribundo, monos, ciervos y cocodrilos.

El Terai cambió para bien nuestras impresiones sobre los nepalies. Sobre todo de aquellos conocidos en las zonas turísticas. Veníamos del trekking un tanto decepcionados con el trato y la escasa cercanía de las gentes de esas zonas. Nos veían únicamente como fuente de ingresos, llegando a mentir y tratar de engañarnos. Por ejemplo, nos decían que no había sitio en el siguiente pueblo (a 5km) para que nos quedaramos en su posada. Esos cinco kilómetros se hacían eternos pensando que esa noche dormiríamos con el yeti. En nuestro paso por el Terai vimos la otra cara: un Nepal amable, muy trabajador y apegado a su tierra.

Familia nepali, como despedida nos pusieron unas guirnaldas de claveles naranjas y el tikal

Una mañana, a dos días de llegar a la frontera, nos levantamos echando en falta el móvil de David. Por segunda vez se nos había quedado 100 kilómetros atrás. Por suerte, un par de llamadas desde un campamento de policía nos ahorraron el viaje y salvamos el único móvil: el de María sigue en Perú de vacaciones. El día 9 de noviembre llegamos a Mahendranagar, pueblo fronterizo y, tras sellar la salida y cruzar tierra de nadie, fuimos recibidos por un agente de inmigración indio en chándal con un: Welcome to India!

Calle en Paharganj

Nada más llegar a Banbasa, primera ciudad India tras cruzar la frontera, pudimos notar la diferencia: las calles estaban más sucias, los puestos destartalados, el numero de gente se había triplicado, los ríos bajaban llenos de plásticos, reinaba el caos. Algo que se repitió en todo el trayecto a Delhi. Pensábamos que la bici era peligrosa, pero ir en bus, como vimos, lo supera con creces. Llegamos a la capital a la una y media de madrugada. Nada más bajarnos del bus, teníamos un comité de buscavidas, tan abundantes en Delhi, ofreciéndonos un hotel. Montamos las bicis y salimos de la estación dando pedales dejándoles atrás y sin saber dónde estábamos ni a donde iríamos. Unos policías a la salida nos indicaron el camino al hotel más cercano. Al de 40 minutos llegamos a un hotel en el que nos pedían un precio desorbitado. Acostumbrados a pagar 2 euros, pensamos que sería mejor buscar otro lugar. Íbamos por calles vacías encontrándonos con vagabundos durmiendo en las aceras, algunos parecían no dar crédito a lo que veían y jaurías de perros que buscaban su cena entre las numerosas basuras. Pasamos junto a unos autorickshaws y en uno de ellos vimos dos ojos que se nos clavaban. Salió un hombre con la mano en alto haciéndonos parar, mientras quitaba la chaqueta a lo superman para mostrar su placa de policía. Su acompañante salió del autorickshaw apoyándose en una vara larga de madera. Nos preguntaron algo incomprensible, nos miramos y nos dijimos: ¡Vámonos! Los dos pensamos que eran dos timadores disfrazados de policías. Les dijimos: We already have a hotel, thank you, good bye, y nos fuimos dejándoles con la palabra en la boca. Pedaleábamos a toda pastilla en busca del primer hotel cuando oímos una sirena y vimos a los dos policías montados en su moto. ¡Eran policías! El piloto se quito el casco y vimos que estaba como una cuba. Menos mal que justo salió el recepcionista del hotel para contarles no sabemos el qué. Se rieron un rato, que era lo que les apetecía, y se despidieron con un sonrisa y un acelerón. ¡India prometía desde la primera noche!

A la mañana siguiente pedaleamos sin mapa 20 kilómetros por la ciudad en busca de un alojamiento más barato. Delhi es una urbe ultracaótica y congestionada, pero por arte de magia, parece que el tráfico fluye solo y se autoencaja. La experiencia fue entre peligrosa y divertida, un subidón de adrenalina comparable a correr San Fermines o hacer rafting.Seguir a algún ciclorickshaw ayuda, mejor si es viejo, que por algo está vivo.

En esta búsqueda, tras enterarnos de que el camping que buscábamos llevaba 5 años cerrado -nuestra guía era del 2000-, nos topamos con Jack, un periodista holandés afincado en Delhi aficionado a la bicicleta. Además de indicarnos la dirección al barrio de Paharganj, el Thamel de Delhi, se ofreció a guardarnos las bicis durante nuestra estancia en la India, ya que las aparcaremos un tiempo. Pensábamos que llegar a Delhi iba a ser sinónimo de descanso. No fue así. Estuvimos sin parar preparando nuestra visita relámpago a Bilbao.

Un abrazo desde Kapurthala,

David y Maria

4 comentarios:

David y María dijo...

Edu!

Gracias por rescatarnos las fotos.

Abrazos
David

olatz & ibon dijo...

Muy buenas pareja.
Esto de seguir el viaje con un retraso en el tiempo es muy curioso.
Nosotros leemos vuestras aventuras de una forma muy presente, como si hubieran pasado ayer mismo.
Y luego te das cuenta que para vosotros es pasado.

Muy interesante vuestro paso por Nepal e India. Ahora estaremos a la espera de vuestras impresiones tras pisar Bilbao. Yo creo que mucho más peligroso que Delhi.
Y la incorporación a la siguiente etapa.

Os esperamos por aquí.
En la última foto se os ve muy guapos, sanos y aseados, jejeje

Un abrazo.

David y María dijo...

Aupa Ibon y Olatz!

Como estais?
Gracias por vuestro post! Animan mucho.
Nos gustaria ser mas rapidos e ir mas actualizados, pero esta ultima etapa ha sido un tanto frenetica! Ademas, como bien sabreis por vuestro blog, requiere trabajo. En fin, ahora esperamos ir mas al dia, pues tenemos mas margen...
Sip, el viaje relampago a Bilbao ha sido lo mas peligroso del viaje..ya os contaremos.

Un abrazo,
David

Unknown dijo...

Esperamos que el día de hoy sea especial y hagáis un alto en el camino para soplar las velas. Os mandamos un besazo enorme a los dos con achuchón y lametazo.
Esti, Latza y Enri